Claro.
Pues nada, no voy a decir que panteón fue, ni el rumbo.
El velador nos dio chance de meternos en las noches a darle de baja a los roedores que hay en el panteón, íbamos los viernes en la noche, nos llevábamos linternas de cabeza y otros enceres, así fuimos por varias semanas, nos dábamos la divertida.
Paseando nos por todo el cementerio haciendo nuestra labor, asta que de repente un viernes, me sentía muy incómodo, como si nos estuvieran espiando, observandonos. No le dije nada a mi amigo para no espantarlo o incomodarlo, al lunes en el trabajo me comentó que el viernes había sentido miedo por primera vez, que sentía que lo observaban, yo me reí para no preocuparlo, me dijo, te diste cuenta que este viernes casi no habían ratas. Le dije, no pasa nada, igual y ya estamos acabando con la peste.
Al próximo viernes no fuimos.
Al otro viernes fuimos renovados y con ánimos, fue lo mismo, no encontramos ningún roedor, pero teníamos la misma sensación de que nos observaban, empezamos a escuchar que alguien lloraba, y al seguir caminando para salirnos del cementerio, vimos a una mujer llorando en una tumba, le dije a mi amigo que no la viera que caminemos rápido pero que no la voltearamos a ver, el caso es que nos hechando a correr, al llegar a la puerta metimos los rifles a sus fundas y nos quitamos las linternas de las cabezas, el viejillo que nos daba chance de entrar nos dijo, que ya no van a regresar verdad.
Días después, fuimos en la tarde para llevarle una torta y su refresco al viejillo que le dábamos por darnos chance, y nos dijeron que había muerto el viernes de un infarto.
Nunca volvimos a ir. Y todo quedó ahí, aún que varias noches perdí el sueño o me despertaba en las noches sobresaltado recordando el sonido del llanto y recordando a don Nachito el viejito que nos daba chance de entrar.