Los origenes del ejercito mexicano.
Hola compañeros,
Disculpen la tardanza he estado ocupado con la escuela. En lo referente a un ejército de la Nueva España he encontrado dos referencias en la obra México a Través de los Siglos del maestro Vicente Riva Palacio. La primera dice lo siguiente:
“En 1654 Cromwell mandó equipar dos escuadras
poderosas, destinadas á hacer la guerra á los españoles
en sus colonias de América. Una de esas escuadras, al
mando del almirante Blake, después de haberse paseado
por el Mediterráneo, llegó al Atlántico y comenzó por
apoderarse de una flota española que iba para América,
entregando al fuego todas las naves que la componían;
pérdida que se evaluó en una enorme cantidad de
pesos : la otra escuadra se puso á las órdenes del almirante
Penn , y esa era la .que directamente se destinaba
para Nueva España ; pero á pesar de los cuidadosos preparativos
que se habían hecho para esa expedición, las
armas y provisiones que llevaba no eran las suficientes,
y había, además, una grande anarquía, porque el almirante
Penn y el coronel Venables, que iba por jefe de
desembarco, y los comisarios nombrados por Cromwell
estaban en encendida y constante discordia.
Presentóse la escuadra inglesa delante de la isla
Española, y los vecinos de los pueblos y ciudades se
creyeron perdidos y huyeron á los bosques. Venables
ordenó que la escuadra permaneciese en observación
hasta que él dispusiese el tiempo y modo de hacer el
desembarco; pero el almirante Penn y algunos comisarios
no le obedecieron y comenzaron á saltar á tierra
algunos soldados; aquel desorden causó la derrota de
las tropas inglesas, que internándose en las islas sin
prudencia ni conocimiento, fueron batidas por don Juan
Morfa, que organizó algunas fuerzas con los españoles
é isleños.
La escuadra inglesa se dirigió entonces sobre
Jamaica, en cuya isla desembarcó sin dificultad ni oposición.
El gobernador entregó la plaza poniendo algunas
condiciones, y proveyó de víveres á los invasores; pero
á la sombra de aquella capitulación puso en salvo municiones
y pertrechos de guerra, sigilosamente hizo salir
de la ciudad á las autoridades, soldados y vecinos para
formar un campo en lugar más defendible por la naturaleza
del territorio. Supieron los ingleses el abandono
de la ciudad de Santiago y se apoderaron de ella; pero
la falta de víveres y lo insalubre del clima comenzaron á
perjudicarles más que las hostilidades de los españoles.
El gobernador español de la isla pidió auxilio al
duque de Alburquerque, virrey de Nueva España, y
éste contestó al de Jamaica que inmediatamente procedía
á alistar -el socorro, pero que entre tanto se
sostuviese en sus posesiones.
La corte de España encargó al virrey duque de
Alburquerque las operaciones para la reocupación de
Jamaica, dándole facultades extraordinarias en el ramo
de hacienda. En 1656 salieron de México los tercios
levantados para socorrer á Jamaica, y llegados á la
isla se unieron con las tropas que de Cartagena había
mandado el gobernador don Pedro Zapata y con las que
tenían ya los isleños. Comenzaron las hostilidades y
combates ; al principio la ventaja estuvo de parte de los
soldados de México; pero constantemente tenían bajas
de muertos y heridos, que no se reemplazaban, al paso
que los ingleses recibían socorro de las islas Bermudas,
y en esta lucha desigual acabó el pequeño ejército
mexicano y con él todas las esperanzas de los vecinos
españoles é indios de Jamaica, que no encontrando ya
seguridad en la isla se embarcaron , llevándose cuanto ,
les fué posible de sus haciendas, y se refugiaron la
mayor parte en la Nueva España y el resto en las
otras islas".
La segunda referencia que encontré y que responde mucho mi duda original, me ha dejado un amargo sabor de boca. Se las comparto:
"El marqués de Cruillas, desde que tuvo conocimiento
del ataque de la Habana por los ingleses, se
preocupó con la defensa de Nueva España y sobre todo
del puerto de Veracruz.
Pero en la colonia si algunas tropas había eran
milicias que se levantaban accidentalmente, compañías
que de grado ó por fuerza formaban los vireyes en los
casos de peligro y soldados presidíales que cuidaban de
la tranquilidad en las fronteras y eran capaces de resistir
la invasión de una tribu de indios, pero no el ataque
ordenado de tropas europeas
Con toda diligencia el marqués de Cruillas hizo
reparar y reforzar las fortificaciones de Veracruz;
envióse alli para reforzar la guarnición un batallón
de infantería, un cuerpo de caballería y las compañías
de palacio. Faltaban armas, equipo y municiones para
levantar las milicias; dificultábase encontrar jefes y
oficiales capaces de instruir y disciplinar á las tropas,
y los nuevos soldados tenían que reunirse, para atender
á la defensa de las costas del Golfo, desde lejanas
provincias situadas al Norte y al Occidente de la Nueva
España; pero el gobierno de México obraba con energía
y actividad y era secundado en sus esfuerzos por las
autoridades y por los particulares. El comercio formaba
compañías y escua«drones de voluntarios, los ricos proporcionaban
recursos levantando algunos de ellos compañías
enteras, y el virey escribía á todas partes
animando
el espíritu público, organizando aquel improvisado
ejército, nombrando generales, jefes y oficiales y
activando la recolección y la compostura de las armas,
al mismo tiempo que la construcción de parques y
pertrechos de guerra.
El resultado de aquel movimiento fué la formación
del primer ejército que tuvo la Nueva España. En
México levantó el comercio un escuadrón ; en Veracruz
dos compañías de granaderos, una de negros y otra de
pardos; don Juan de la Saga, rico comerciante, costeó
con sus recursos particulares la formación de otra
compañía.
Formáronse:
El batallón del Príncipe, compuesto de cuatro
compañías de milicias de Puebla, y de las de San Andrés
Chalchicomula, San Juan de los Llanos, Tulancingo,
Pachuca, y Maninalco.
El batallón de España, compuesto de diez compañías
denominadas de Tepeaca, de Atlixco, de Cholula,
de Jalapa, de Orizaba, de Chietla, de Teziutlán, de
Huamantla, de Tlaxcala y de Celaya.
El batallón de Valladolid, formado de quince compañías,
de las cuales cuatro se llamaron de Celaya,
dos de San Luis Potosí y las otras de Valladolid, de
Acarabaro, de Salvatierra, de Valle de Santiago, de
Pátzcuaro, de Metepéc, de Ixtlahuaca, de Querétaro y
de Lerma.
Los escuadrones que se organizaron fueron los
siguientes
:
El escuadrón del Rey lo formaron las compañías de
Toluca, San Miguel el Grande, Guanajuato, San Juan
Zitácuaro, Tecali, Calpan y Texcoco.
El escuadrón de Borbón lo formaron Jalapa, Silao,
San Juan del Río, Zinacantepec , Tajimaroa, Guameluca,
Cuitzeo y Tarímbaro.
El escuadrón de la Reina se formó de las compañías
de Oaxaca, Puruándiro, Valladolid, Valle de Santiago,
Yuririapúndaro," Querétaro y Tulancingo.
El escuadrón de Farnesio, de las compañías de
Cuauhtitlán, Celaya, San Luis Potosí, Huejotzingo,
Tlaxcala, San Felipe de Tlaxcala, Uruapám, Huichapan,
Pátzcuaro y Tzintzuntzan.
Además se levantaron batallones de León, Puebla
y Oaxaca, y las compañías de milicias de las costas de
Barlovento y Sotavento.
El marqués de Cruillas salió de México á pasar
revista á las tropas que estaban en Puebla y en Jalapa,
y las fortificaciones de la plaza de Veracruz y castillo
de San Juan de Ulúa; mandó establecer almacenes de
víveres en Perote, Orizaba y Jalapa; proveyó á Ulúa
de mantenimientos suficientes para seis meses de sitio;
y se cubrieron las gargantas de la montaña que daban
paso en los caminos á la Mesa Central. El clima de
Veracruz no permitía ni tener allí grandes depósitos
de víveres ni gran número de tropa que no fuese de
hijos de la ciudad ó que no estuviesen ya aclimatados;
por eso se establecieron fuera almacenes y campamentos.
El marqués de Cruillas quiso enviar auxilios á la
Habana, pero todo cayó en poder de los ingleses.
Después de la toma de la Habana, el gobierno
español comenzó á enviar á México oficiales que quedaban
sin colocación en la metrópoli á causa de un nuevo
arreglo que se hizo en el ejército. El tratado de paz
de 1763, celebrado entre Inglaterra, España y Francia,
vino á calmar las inquietudes del gobierno de México;
pero el marqués de Cruillas , que había visto cuan difícil
era atender á la defensa de Nueva España por la falta de
un ejército regularizado y que puede creerse que había
comprendido que en el caso de un ataque á Veracruz la
resistencia hubiera sido muy débil, á pesar de todos los
esfuerzos hechos para levantar y organizar tropas,
comenzó á informar al rey y á pedirle elementos y
autorizaciones para formar un ejército regular en Nueva
España, solicitando armamento y buenos oficiales; atendiendo
á la solicitud del virrey, desembarcó en Veracruz
el 1.° de noviembre de 1765 don Juan de Villalba,
teniente general enviado por el monarca español por
inspector de todas las tropas de Nueva España, y
comisionado para el arreglo del ejército. Acompañábanle
cinco mariscales de campo, muchos oficiales y dos mil
soldados walones y suizos
.
La misión aparente que á México llevaba don Juan
de Villalba era la organización del ejército; pero con
fundadas razones se creyó después que Carlos DI le
había confiado por secretas instrucciones el encargo de
preparar las tropas y situarlas convenientemente á fin
de evitar 6 sofocar cualquier tumulto ó asonada en la
colonia provocados por la ruidosa medida que se preparaba
de la expulsión de los jesuítas.
Don Juan de Villalba comenzó con actividad á organizar el ejército, pero las facultades de que estaba
investido amenguaron el poder del virrey. Entonces por
primera vez se formó esa entidad que se llamó el ejército y que ha venido casi siempre siendo el antagonista del
pueblo; un elemento que sacado del pueblo mismo, ha
formado una clase tan distinta de ese pueblo, como
lo ha sido el clero, sin que á remediar ese mal, esa perturbación social, esa anomalía orgánica en el ser
del estado, hayan sido bastante poderosas ninguna de
las revoluciones que han sacudido después hondamente
á la República Mexicana.
Hasta los tiempos del marqués de Cruillas las
milicias que se levantaban en la Nueva España en el
caso de peligro, ya por una sublevación de los indios,
ya por el amago del enemigo extranjero, eran vecinos,
ciudadanos, por decirlo así, que á semejanza de lo que
hoy se llama guardia nacional y siguiendo el espíritu de
los antiguos encomenderos y pobladores de villas fundadas
por los españoles, se creían obligados á armarse y
á- combatir, sin perder el carácter de paisanos y sin
dejar de pertenecer al pueblo. Los mismos soldados de
Cortés y de Ñuño de Guzmán, después de consumada
la conquista de una provincia iban en pos de una cédula
de vecindad, procurando perder el carácter de soldados
para convertirse en pobladores ó encomenderos; es
verdad que á esto les inclinaba el deseo del propio
medro y el anhelo por alcanzar la tranquilidad y las
riquezas, pero filosóficamente considerado aquel modo
de constituirse una sociedad, se advierte que se ponían
los cimientos de una democracia, y que el poder militar
y lo que se llama el derecho de la fuerza, se iban
desvaneciendo para convertirse en el derecho del pueblo
y en la autoridad municipal ; los ayuntamientos sustituían
á los jefes militares, la ordenanza municipal á la despótica
de la compañía, y el vecino y el poblador aparecían
al despojarse del casco y de la espada, el conquistador
y el aventurero.
El peligro podía venir y necesitarse otra vez para
la conquista ó la defensa de una provincia de la fuerza
de las armas, pero entonces eran los vecinos los que
salían á combatir sin convertirse otra vez en soldados,
y dispuestos á volver al trabajo de las minas ó de la
agricultura, tan pronto como desaparecía la invasión ó
se pacificaba la provincia. Inversa fué por desgracia la evolución que comenzó
á operarse en la época del marqués de Cruillas y á la
llegada del teniente general Villalba con la creación del
ejército en Nueva España: entonces los vecinos comenzaron
á salir del hogar del ciudadano para entrar en el
vivac; comenzaron á dejar de ser pueblo para ser
soldados y á sentirse como perteneciendo á una clase
distinta, privilegiada, superior, á cuyo arbitrio estaba
la tranquilidad social, la institución política y la marcha
administrativa. La organización y el armamento dieron
muy pronto al ejército la conciencia de su fuerza y con
ella la seguridad de su poder; desde ese momento los
destinos de la colonia, y después los de la República
Mexicana, quedaron á merced del ejército, y los esfuerzos
del pueblo por sacudir el yugo de la fuerza armada
debían en lo sucesivo ser estériles, porque aun cuando
algunas veces la insurrección ha destruido y deshecho
el poder del ejército y establecido un gobierno democrático,
muchos de los mismos caudillos de esas revoluciones
que han salido del pueblo y con él han triunfado,
se han convertido en soldados, han desconocido el origen
de su fortuna y la base de su poder, y han vuelto á
organizar un nuevo ejército, que con distintos elementos,
con diferencia no más en los nombres de los jefes, ha
continuado siendo el mismo árbitro de las libertades del
pueblo y de los derechos de los ciudadanos.
El gobierno del marqués de Cruillas y la llegada á
México del teniente general Villalba, marcan en la
historia de la Nueva España un cambio en el modo de
ser de la sociedad, y el punto de partida de los acontecimientos
que forman la historia del pueblo mexicano
hasta nuestros días. Como base para la formación de los regimientos se
pensó en el sorteo entre los vecinos capaces de llevar
las armas; pero faltando la base de la estadística hubo
de ocurrir al enganche, á las levas, es decir, al plagio i
ejecutado por el gobierno, y á las consignaciones al
servicio militar hechas por las autoridades.
Designáronse los sueldos que debían disfrutar los
jefes, oficiales y soldados; el virrey nombraba los coroneles
y tenientes coroneles, y el inspector general
Villalba los demás oficiales, de acuerdo con el virrey,
sujetándose en todo á la ordenanza militar española.
Los regimientos se levantaban en la provincia designada
para cada uno de ellos, la cual tenía que dar una
contribución para compra de todo el equipo, siendo el
armamento de cuenta de la Real Hacienda; formóse el
regimiento de América, que fué como el núcleo de aquel
ejército, porque para organizarle fueron enviados de
España catorce ó quince oficiales de distintas graduaciones
y además setenta soldados de línea entre sargentos,
cabos y tambores, escogidos de los regimientos de
la Reina, Bélgica, Pavía, Frisia, Sagunto, Numancia,
Lusitania y Batavia. Para formar los cuerpos provinciales
se enviaron de España treinta y cuatro jefes y
oficiales, y ciento veinte individuos de tropa, sacados
de los regimientos del Rey, Reina, Príncipe, Infanta,
Borbón, Farnesio, Alcántara, España, Algarbe, Calatrava
y Santiago.
La primera vez que formó el ejército en México fué
en el solemnísimo entierro del arzobispo don Manuel
Rubio y Salinas , el de junio de 1765. Dispúsose
entonces también que se extinguiera la guardia de
alabarderos concedida á los virreyes, previniéndose que
en lo sucesivo aquel servicio se hiciera por tropas de la
guarnición".
Pues si, en conclusión me deja un amargo sabor de boca. Esperando encontrar heroísmo y arrojo encontré abuso contra el pueblo desde un principio.
Saludos.