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Leyendas de tesoros

LES COMPARTO OTRA LEYENDA DE SONORA, ES ACERCA DE UNA MINA DE ORO QUE ESTA MALDITA. . . .

TRAS DE LA MALDITA MINA "LA QUINTERA"

JOSE TEHERAN C.


Cuando recuerdo mi temeraria e insolente forma de proceder vuelvo a perder el sueño. Así es como uno por los caminos más extraños puede llegar a la total locura después de conocer el verdadero miedo.

Porque alguien me obligó a buscar la maldita y pérdida mina La Quintera en los solitarios y escabrosos terrenos del desaparecido mundo de Batuc.


¿Por qué no desistí de mi necio intento cuando pude hacerlo, salvándome así de una horrorosa pesadilla que jamás podré olvidar?
Todo comenzó cuando Chito Ahuesta me mostró -hace ya doce años- un antiguo libro cuyos caracteres de la portada todavía podían reconstruirse: Primeros Fundos Mineros en la Opatería. Evaristo López del Real. MDCCLXIII.



En este el autor hablaba de una antiquísima mina ubicada entre las sierras Los Cuervos, Guayacán, Zacatera, Chinota, el Cajón del Carrizo y el Cajoncito de la Colgada. Con estos datos y otros que el autor prensaba a lo largo de la obra, mi amigo Chito Ahuesta pudo prefijar el punto donde podría ubicarse la vieja labor que a decir del texto guardaba extrañas esculturas labradas en las paredes de los túneles. Así como una veta donde el oro reventaba a flor de tierra.



Durante mucho tiempo Chito insistió en que ideáramos el viaje en busca de la mina. Hasta que un día acepte, sin embargo el libro revelaba que la mina y sus alrededores estaban custodiados por una amenaza que no correspondía a hombre, animal o a cosa conocida en la tierra.



Refería también el autor que el mismo había abandonado su búsqueda muy cerca de alcanzar su objetivo por la proximidad de algo que durante las noches emitía ruidos parecidos a gritos y que lo había mantenido constantemente vigilado desde la espesura del monte.


Ni Chito ni yo creímos lo anterior, y una mañana de otoño, con la primera claridad del alba partimos con rumbo a la sierra de Mátape, hacia un lugar encaramado en sus estribaciones conocido con el nombre de Marasobichi, último punto donde dormiríamos antes de escalar las sinuosidades rugosidades de la montaña.


Con dos mulas y un burro aparejado llegamos al punto anteriormente dado. Después de dejarlos sueltos “pa’ que se defiendan mejor” -(indicación hecha por mi amigo)- y una frugal cena nos acostamos. Marasobichi era entonces una pequeña construcción de adobe de un sólo cuarto y techo de troncos de chino, carrizo y tierra.



Esa noche, en lo poco que dormí soñé con formas y animales extraños; enigmáticas figuras y construcciones de varios planos al mismo tiempo; una pesadilla hueca y pegajosa que me internó por parajes solitarios y donde escuchaba horribles gritos, hasta que una mano que sacudía mi hombro me despertó. -Levántate Teherán, ya está el café.



A esa hora, más o menos las cuatro de la mañana ya Chito Ahuesta tenía una gran llamarada en la hormilla y la cafetera siseaba lanzando vapor.



-Primero échate un trago pa’ que te enjuagues la boca -me dijo. Habló pegado a la ventana de adobe, sosteniendo una pequeña brasa cerca de la boca, la taza de peltre sobre el rectángulo todavía oscuro que se abría a la noche de otoño.

-¿No oyes?- habló. -No. ¿Qué? Sin contestar, se mantuvo pegado a los adobes. Tomé un trago de mezcal y me serví café.



Entonces lo oí. Fue como un grito como un lamento lejano entre alarido de mujer, bestia o niño que me heló la sangre.



-Son onzas -dijo calmadamente Chito. Pero hace rato que estoy oyendo y parece que hay algo más que las acompaña: algo que se queda esperando entre la espesura del monte y que no se anima a salir, como si esperara a que estemos descuidados.



Volvimos a escuchar el alarido, esta vez más cerca, Los perros que siempre acompañaban a Chito, comenzaron a ladrar desafiando enloquecidos a la oscuridad. -Vamos a ver mondados –dijo Chito y salió con el treinta en la mano. Antes de perderse en la oscuridad me gritó: -Tú no te salgas deai. Esa fue la última vez que lo vía.



Escuché un disparo a los lejos; después dos que se hicieron eco en los cerros cercanos, trastumbando en las sierras altas, diluyéndose en la claridad que iba llegando. Después, el silencio total. A esa hora y en ese apartado de la sierra, comenzó mi pesadillo. Permanecí encerrado en el pequeño cuarto, atentos mis ojos a la a la ventana que empezaba a aclararse, oyendo a intervalos un especie de murmullo como si algo se arrastrara alrededor de las paredes. El ladrido de uno de los perros se dejaba escuchar a intervalos.



Alto el sol, me anime a salir. Lo primero que vi fue al perro ensangrentado, echado muy cerca de la puerta, gimiendo y lamiéndose dos profundas heridas en uno de sus costados.



De una mochila que habíamos depositado dentro del cuarto saqué una pequeña botella de matagusano cuyo líquido negruzco apliqué a sus heridas; después lo vendé con lo primero que encontré a la mano. Las huellas más extrañas jamás vistas por mí las descubrí después, eran como una especie de figura en triángulo y se encontraban alrededor de todo el cuarto; otras iban hasta el grueso tronco de un opte y desde ahí se devolvió, eran algo que mi razón no podía concebir y que sólo la luz del día hacía que se contuviera mi creciente temor.



Las dos mulas y al burro, así como al otro perro, no los pude encontrar. Durante varias horas anduve gritando a mi amigo por los parajes cercanos sin ningún resultado. Después de medio día y sin comer encontré los rastros en una cañada de paredes rocosas y tupidas de amoles entre las rocas: primero una gran mancha de sangre entre la arena revuelta del zanjón. A medida que me iba internando por el arroyo siguiendo los goterones escarlatas, fui encontrando pedazos de Tela y pelos sanguinolentos que iban acrecentando mi temor.



El perro que me acompañaba, a veces gruñía y mostraba sus colmillos hacia los tupidos breñales de las faldas cercanas. No me di cuenta cuando el sol se retiró de la cañada y la tarde empezó a caer. El perro cada vez más nervioso ladraba con más fuerza y se encaminaba hacia los manchones oscuros de chicura, jecotas y hediondillas.



Fue entonces cuando descubrí el rifle abandonado a un lado de la cañada. Con una creciente ansiedad revisé el arma y comprobé el tiro en la recamara y los otros dos en el cargador; pero también en ese momento entre los ladridos del perro y las sombras de la tarde que se oscurecían escuché el murmurio primero fue una especie de susurro apagado que nació en algún recodo del arroyo arenoso.



Después, un rumor de voces y de ruidos como si una tropelada de jinetes se fuera aproximando. El perro enloquecía y daba vueltas a mí alrededor ladrando sin descanso. Yo me quedé parado en medio del arenal con las piernas engarrotadas por el miedo o el espanto con la vista fija en los chicurales tratando de ver al que al mismo tiempo no quería ver en medio de la tarde que pardeaba.



Entonces vi o creí ver algo que se movió entre las altas ramas. Fue algo enorme y grosero que de pronto agitó la espesa vegetación. Un voluminoso cuerpo o quizá varios que parecían arrastrarse más allá de las endebles ramas que se doblaban crujiendo bajo el peso de lo que avanzaba.

Antes de que me llegara una vaharada pestilente y nauseabunda de algo que transpiraba olor ha muerto. Alcancé a ver varios pares de brazas encendidas que me miraban fijamente. Mientras impíos sonidos ininteligibles salidos de no se que gargantas se confundían y crecían a escasos metros de mi.

De pronto sin saber cómo, me encontré prácticamente volando sobre el arenal sintiendo el peso y la inutilidad del arma que aferraba mi mano. El perro y yo, corrimos cañada abajo enloquecidos, mirando con honor que la tarde oscurecía cada vez más los recodos del apoyo oyendo un rumor como de aguas broncas que casi nos pisaban los talones.


En medio de mi terror de vez en cuando Sentía como si algo tirara de mis cabellos y me obligara a voltear la cara para ver lo que nunca he podido olvidar. Atravesé con el corazón en la boca la tierra abandonada de un Magüechi y antes de llegar a la casa en penumbras de Marasobichi el perro se adelantó ladrando con mayor fuerza hacia el interior oscuro del cuarto.



Me quedé estático, paralizado por el terror, como si una fuerza desconocida me hubiera clavado en el terreno, sin poder apartar la vista del pequeño rectángulo de la ventana y de la oscura puerta abierta. Con algo más que miedo recordé que antes de partir la había cerrado. Antes de emprender la huida llamando desesperadamente al perro reí ver algo que se movía en el interior de la vieja construcción y dos puntos encendidos que se ocultaban tras la pared.





Nunca mas he querido saber nada que se refiera a la maldita Mina custodiada La Nocturna. Nunca más volví a saber nada de Chito Ahuesta.



Ahora, Doce años después, el mismo perro que escapó conmigo, ya viejo me acompaña. En esta pequeña comunidad a la orilla del agua de la presa. Aparentemente todo está tranquilo. Sin embargo a últimas fechas los aullidos lastimeros del viejo perro me despiertan en medio de la noche; después ladra hacia la oscuridad y se queda echado con las orejas tiesas, inquietas y vigilantes.


El y yo apenas dormimos Porque sabemos que no podremos conciliar el sueño mientras sigan apareciendo por los alrededores las mismas repugnantes y siniestras huellas triangulares que una vez, para nuestra desgracia, conocimos. (Publicado en la revista Sonora Mágica número 100 de enero de 1992).
 
Compañeros del Foro, les comparto otro relato. . .


HISTORIA DE UN TESORO OTORGADO POR EL DIABLO, A UN BUSCADOR DE TESOROS....

Hace más de una década aproximadamente, podía andar sin miedo realizando un pasatiempo, el cual me apasiona. Y es buscar tesoros, en casas abandonadas, cerros, etc.
Sin embargo en estos tiempos y debido a la inseguridad en nuestro estado y la maldad inherente en las personas es que ya no lo hago o no me atrevo a salir, con el temor de que me encuentre con alguna situación fuera de mi control.
Hace algún tiempo marcando en una hacienda que estaba en el poniente de la ciudad de Monterrey; Un amigo y yo, sacamos de la pared de una de las habitaciones de la antigua construcción, una medalla ovalada que traía acuñada una virgen y unas palabras en latín, que si bien recuerdo decían así: "Monstrate esse matrem" Por la cara frontal de la misma y al reverso tenía una estrella de David, galardonada con dos ramas de olivo entrelazadas y con estas palabras en español: "Hijas de María".
Nunca había visto una medalla, de tal manera me puse a investigar y a preguntar en varias iglesias del área metropolitana de la ciudad. Pregunté a los sacerdotes para que disiparan mis dudas acerca del origen y significado de la medalla encontrada aquella tarde en la hacienda.
Todos coincidían en que era la Virgen María y la medalla milagrosa. Yo les decía que no era, ya que era totalmente diferente a esa medalla y no me sabían dar más datos o desconocían su significado. En ese tiempo brindaba servicios de mantenimiento en una compañía para la que trabajaba, En un colegio que está enfrente de la iglesia la Purísima. El director de la institución era español y se me ocurrió preguntarle a él. Saqué la medalla de la cartera y le pregunté el origen, al verla me esbozó una sonrisa y me preguntó:
-¿De dónde sacaste esta medalla?
- Me la encontré entre las paredes de un casco de una antigua hacienda, con la ayuda de un detector de metales - Le dije
-Mira este medallón, es de una orden religiosa que vino a México a cristianizar a la gente; pero según tengo entendido que aquí en México ya no existe esa orden, por lo que sé solo en Extremadura España hay una congregación. Cuídala ella te escogió.
Me la devolvió y la puse en mi cartera, emocionado por saber el origen y por el mensaje implícito en el hallazgo de la medalla. Decidí entonces hacer una pulsera con la medalla y llevarla orgulloso y así lo hice.
Pasaron los días y en una ocasión que venía de un paseo por el centro de la ciudad. Viniendo por la calle de Juárez de sur a norte. Llegué a un área del mercado Juárez; eran aproximadamente las dos de la tarde. Decidí entonces comer en las fondas o restaurantes del mercado. Hacía mucho un calor canicular, y mejor opté por comer en un restaurante de mariscos que está en frente del mercado por la calle Guerrero.

Después de la comida apetecí un par de cervezas frías para mitigar el calor y la sed, Así que salí del restaurante y volteo hacia un lado por la calle de Arramberi, y vi a lo lejos unas piqueras de esas que hay por ese rumbo de la ciudad. Me dirigí a buscar una y entré.
La cantina por fuera parecía estar sola; pero al entrar estaba llenísima, vi todas las mesas ocupadas y el barullo era casi ensordecedor. Me acerqué a la barra y después de pedir mi cerveza me puse de espaldas a un muro como una especie de protección y prevención, ya que había gente tomando parada en la barra por falta de mesas. Además de que traía mi pulsera con el medallón puesto en ella, brillaba como el oro y era inevitable que llamara la atención.
Tomé un par de tragos y algo me hizo voltear hacia atrás; vi un extraño anciano sentado en una mesa. De pronto el anciano empezó hacerme señas con la mano pidiéndome que me acercara a su mesa. Algo extrañado y renuente me acerco a su mesa y me invita acompañarlo.
- Mira, siéntate pegado a la pared para que acomodes tu espalda -Me dice en tono burlón y relajado.
-Si oiga, así me protejo y ya de frente veo de donde viene el golpe, le agradezco la atención - Le dije mientras le sonreía levemente.
-Nadie se me acerca, a pesar de tener sillas. Pareciera que nadie notara mi presencia. -Me dijo resignado. mientras me reía de forma condescendiente.
Seguí disfrutando mi cerveza pero la mirada del anciano clavada en la medalla, me hizo sentir incómodo y entre dientes le dije que no era de oro. A lo que el viejo mi mira a los ojos y me dice muy seguro:
-Lo sé, es más te voy a decir como la encontraste.
Me sentí confundido cuando me dijo el lugar exacto donde halle la medalla y después de eso me empezó a decir, que había pertenecido a una monja que salió de España en una misión, primero a Cuba y luego a México. Sin dejarlo de ver mientras tomaba mi cerveza, le di un último trago que me supo amargo. Algo nervioso por la presencia de aquel viejo, pedí otra cerveza, mientras le extendía la mano y me presentaba ante él. Lejos de contestar la atención, me miró y le dió un trago a su cerveza, al poner la botella en la mesa me dijo algo que me puso los pelos de punta y me erizó la piel.

-A mí me conocen con muchos nombres, has andado en muchas partes buscando tesoros, te voy a decir donde hay uno. Y ten la seguridad de que es para ti. Ve por él, te pertenece.
-No me pertenecen -Le dije con voz tensa.
-Es muchísimo dinero - Me contestó
Después de que me dijo donde se encontraba el tesoro, por el rumbo de Hidalgo en Tamaulipas, le comente que iba a ver, que quizás lo iría a buscar. Me termine rápidamente mi cerveza y me paré para retirarme no sin antes decirle al viejo que mañana iría a invitarle unas cervezas y seguir platicando a lo que me contesto: - No te preocupes, tú y yo nos volveremos a ver. Pagué la cuenta y me retire del lugar pensando en todo lo que me había dicho. Al día siguiente motivado por la curiosidad regresé a la cantina para encontrarme al anciano. No estaba y jamás lo volví a ver gracias a Dios. Meditando un poco en sus advertencias, pensaba que él era el dueño del tesoro que me ofreció.
Tentado a ir, le platiqué a una persona lo sucedido, despejó mis dudas y desistí de ir. Me dijo que aquel viejo no era un espíritu bondadoso, que recordara su primer advertencia: " Me conocen con muchos nombres..." y luego la segunda: " Tu y yo nos volveremos a ver..." Si yo hubiera ido por el tesoro quizás si me habría encontrado con él y quizás el precio por encontrar el tesoro hubiera sido mi alma, entonces me dijo algo que jamás he podido olvidar.

-Probó tu avaricia, tomaste cerveza con el Diablo.
 
Que barbaro compañero EL APRENDIZ , las buenas deciciones muy pocos las toman ante la avaricia
 
Les comparto este interesante relato espero les deje un buen sabor de boca y echen a volar su imaginación.

La Barranca de Beltrán

A principios del siglo. pasado hubo un ladrón muy singular en el rancho del Saucillo, municipio de Tonila, Jalisco. Era de cuna humilde, casi analfabeta y como todos sus vecinos trabajador del campo, hasta la edad en que pudo casarse. Como si tal cambio fuera necesario para un cambio de conducta, desde esos días comenzó una vida diferente a su familia, por cierto muy honorable.

Para tener más libertad en sus futuras ocupaciones se hizo una cabaña bastante retirada del rancho donde naciera, precisamente en los bordes de la barranca de San Marcos. Ya instalado en ella pequeñas siembras de maíz o trabajos de peón en el aserradero con amigos o parientes. Otras veces ganaba su jornal en los cultivos de caña; en la Hacienda, pero siempre alerta para el robo en el camino real muy cerca de la choza, donde se despojaban las diligencias o caminantes.

Aparte de ser hombre osado, jamás olvidó la astucia y por lo mismo nunca tuvo compañeros para sus latrocinios. ¡El solo a jugarse la vida, siempre dándose sus mafias para que no le descubrieran!

Existiendo la casualidad que en ese tiempo no había ferrocarril para el cambio de grandes cantidades de dinero de la Federación como el de la Aduana Marítima de Manzanillo o la Oficina de Hacienda en Colima, ni estaba en boga el sistema de letras de cambio para mover los fondos de los particulares, el primero era cambiado forzosamente a lomo de mula aplicándosele el nombre de “conducta” y el de los civiles en cualquier otra forma, siempre con muchos peligros en esa carretera nacional donde también con frecuencia transitaban cientos o miles de revolucionarios de distintas banderías políticas, no siempre con muchos escrúpulos....

Así las cosas, nuestro personaje queda en buenas condiciones para sus robos. Conociendo como a sus manos aquel terreno pedregoso donde vive, para dar un golpe escoge buen sitio en que aprovecha cualquier descuido del conductor u hombre a caballo para quitarle sus valores, internándose en el breñal con el producto de su despojo. Después del incidente sigue trabajando muy en paz y nadie sospecha de ese jornalero.

Más tarde pasa alguna “conducta” bajo la severa vigilancia de soldados federales, ese ladrón sin miedo se agazapa en una vuelta del camino. Jala un animal para el monte, le quita a carga, con celeridad desaparece entre los árboles. Como el Jefe muy seguido revisa el número de mulas, al notar el percance retroceden en busca de la extraviada que anda ya sin las bolsas de lona....

Con el deseo de un temible escarmiento para el galafate revisan la barranca pero sin buen resultado. En esas laderas solo hay una gran soledad que se interrumpe con el canto de las urracas o el vuelo de algún buitre que abandona su inmundo cubil.

Después de las pesquisas, Beltrán cambia a la cueva las blancas monedas de plata o las piezas del rubio metal y civiles y militares hacen conjeturas por la forma tan fácil en que pueden hacer sus fechorías aquellas manos invisibles....

No obstante que sus golpes tenían verificativo a largos intervalos, se contaba que a través del tiempo logró juntar mucho y quizá por el miedo de verse en la horca no pudo cumplir pequeños antojos ni darse comodidades. También hay otra verdad. En cambio de estos amargos desengaños, como nunca hizo mal a sus víctimas, no supo de la cárcel ni recibió otro castigo.

Enfermo y en vísperas de morir, revela a su esposa el gran misterio de su vida con las señas especiales del entierro, yéndose del mundo muy decepcionado de la suerte por no dejarle gozar de aquella fortuna.

Ya que terminan los nueve rosarios por el eterno descanso de su alma y los lloriqueos de los familiares, registran de cabo a rabo pero como la confesión no se escribe, por falta de memoria o ser parecidas las oquedades no puede encontrarse nada.... total, a despecho de esa cantidad de dinero a unos metros de su cabaña, todos mueren de viejos con las ganas de ver siquiera un peso en sus manos. Si este deseo no pudo cumplirse, como sarcasmo de la vida, desde entonces el barranco lleva el apellido del famoso ranchero.

II

Sabiéndose ,en muchas partes el secreto a voces, muy difícil que se olvidara; nomás por que sí. Desde esos tiempos buscan los centavitos varias personas, sin faltar grupos del interior del País que diciendo tener mapas con las señas precisas, llegan con equipo moderno para sacarlos. Como una cosa natural, por su capricho de seguir ocultos, se han ido formando relaciones y consejas en los alrededores.

—¡Este dinero no pueden dar con él por que está encantado! —dice uno de los peones en el portal de la Hacienda de San Marcos un domingo que en plática se mueve el caso—

—¿Recuerdan a Matías el hijo de Don José?

—¿El prieto?

—¡Ese mismo! —Tienen ustedes que una vez yendo a las palomas por el rumbo, al seguir a un mapache herido, sin pensarlo estuvo en la cueva de Beltrán. —Según dijo, había muy adentro y en la parte más oscura cajones de pesos. —¡Lleno de gusto por la tentación a la mano quiso tomar puñados para echarle al costalillo, pero sintió que dos brazos como de fierro agarrándolo por la espalda lo sacaban afuera! —¡Verde por el miedo, de allí se vino con mucha calentura y aunque tomara remedios, en tres semanas se fue el pobre chamaco al otro patio! —Como los hermanos oyeron el sitio, a buscar dos veces pero de balde, ninguna seña de lo que vio a la entrada el joven cazador.

—Y a propósito amigos —dijo Luciano—. —¿Se acuerdan del viejo Tacho de Zapotlán que traía a vender loza? ¿Esta fue su plática la última vez que estuvimos juntos:

—¡Bueno Lucio ya me tienes de vuelta, pero hoy ha sido distinto, no sé si para bien o para mal.

—A ver. ¿Qué le pasa?

—Fíjate que ayer vine más tarde que de costumbre por causa del burro canelo. —Como siempre anda pensando en la flojera, antenoche se me fue del mesón y no pude hallar al indino hasta medio día en los potreros. por lo cual llegué a Beltrán casi metiéndose el sol. —Ya cerca de la agua con un guarachi arrastrando escogí una piedra para sentarme a componerlo, todo estaba solo y los animales siguieron adelante. —Luego que me enderezo veo a corta distancia un hombre de barriga sobre una piedra que me dice de buena gana: —¿Qué tiene? ¿Qué le pasa en el pié?

—Como no hubo pasos y fue un momento el que duré agachado me sorprendí deveras. —¡Na..na..da! —¡Es una co..co..rrea que se reventó pero acabo de añadirla! —Bueno, ya nos veremos.

—Siempre en la misma postura dijo de nuevo. —¡Oiga! ¿Lleva mucha prisa?

—Regular porque los burros pueden echarse....

—No se apure, van aquí nomás, quiero hacerle una pregunta si es que no le causa molestia.

—¡No! ¿Porqué? —Hágala con toda confianza.

—¿Cómo anda de dinero?

—Por lo solitario del lugar, en seguida comprendí se trataba de un asalto con otros sinvergüenzas entre la breña como en dos ocasiones anteriores en tiempos de la revolución de Pancho Villa. —Sintiéndome perdido por la edad y falta de armas porque mi cuchillo venía en un morral con las cargas, me hice el ánimo. —Aparentando buena cara saqué mi paño con ocho pesos y estiré la mano para entregarlo, pero e] hombre movió la cabeza. —No amigo, no quiero pedirle nada, mi pregunta es para otra cosa. —Como entiendo no le va muy bien, le voy a decir un convenio a ver si le gusta.

—!Pues usté dirá¡

—Figúrese que tengo un dinerillo que me estorba para irme de estos rumbos, pienso que se haga cargo de él y pase su vejez tranquila !—No es un préstamo, yo se lo regalo!

—Como el endevido es un pobre diablo me figuro anda con el cerebro en las nubes o quiere burlarse de mí, para cortarle por lo sano sin que pueda enojarse contesto de buen grado: —Muchas gracias, por esta vez no, me voy con mis animales que pueden echarse y me quiebran las cazuelas. —Iba e emprender la marcha, pero él terco rápidamente se puso en del camino.

—Oiga don Tacho, según mis cuentas usted duda de mi palabra. -—No sea tonto, aproveche esta oportunidad. Ya sé que ahorita va de pasada, nomás quiero enseñarle donde lo guardo para que se lo lleve en otro viaje. — !No desprecie la suerte, quién sabe si ya no volvamos a vernos! —¡Ándele véngase!

A1 oír mi nombre y su interés para que acepte, pongo mucho empeño en fijarme en sus facciones creyendo que es algún amigo pero no puedo conseguirlo. —Aunque encima del barranco alumbra la última luz del sol, donde estamos comienza a notarse lo oscuro y tiene además un sarape enredado en el cuello que deja al descubierto los puros ojos.

—¡Luego como si adivinara lo que pienso toma una vereda y es como algo misterioso que me obliga a seguirlo!

Ganamos para el lado de arriba por unas laderas con muchos árboles y otates, quedaron atrás un bajadero de agua y una tezcalama gruesa para llegar con dificultades a una cueva de mediana entrada —Nos metemos varios pasos. —Como adentro se ve muy poco, enciendo un cerillo y me enseña cajoncitos de tostones. —Ahora vea —me dijo— esta piedra casi redonda. —Aquí derecho en el piso, como a vara y media de hondo, hay dos botes de hojalata con monedas de oro.

—Cuando estuvimos ajuera volvió a decirme. ¿Qué tal viejito, ya se da cuenta; que no eran mentiras? —¡Ahora fíjese bien para que no se olviden las señas ni tampoco por donde vinimos, pero guardo en la, memoria que todo es suyo a condición que no haya, muchas vueltas, hay que sacarlo en un solo viaje para irme sin pendiente! —Por ser ya de noche, lo acompañaré hasta el camino para que no se pierda.

—¿Y Usted Don Tacho que hizo? —¿No se le ocurrió poner alguna señal con piedras o alguna raya en el paredón o ir quebrando ramitas por donde llegaron?

—De nada pude acordarme Luciano. —¡fue tal mi asombro ante aquello muy fácil de conseguir, que me puse como entumido! —¡Aunque ya: estoy viejo con el pie en la sepultura, ese dinero me tentaba deveras!

—¡Qué bárbaro, apenas se puede creer, adentro las patas! —¿Y cómo piensa buscarlo?

—¿Podrá acordarse de todo? —¿Cuándo lo saca?

—Espera, espera amigo tenme paciencia, déjame terminar.... —¡Volvimos por la misma vereda él adelante como a quince pasos, yo resbalándome seguido en el declive, pero lo curioso que no se oyían sus pisadas en la hojarasca, muy livianito como la neblina, sin hablar ni una palabra porque mi calva era un revoltijo de ideas que no daba tiempo a nada....

—Ya de nuevo en la carretera quise despedirme para darle las gracias por el regalo tan grande lo cual no fue posible, el endevido desapareció en mis narices. —Creyendo le gustaban las bromas lo llamé en varios tonos, después a gritos, ya no pude verlo por ningún lado. —Como el gozo que bulle en el pecho no quita el recuerdo de los pasmados que me dan para mis frijoles, sigo para alcanzarlos traga y traga hojitas y zacates de los pequeños paredones.

—Sin mentiras, me creía loco o soñando. —¡De ser tan pobre, en un ratito y sin esfuerzo alguno era dueño de muchísimo dinero para comprarle a la vieja y chilpayates mucha ropa nueva! —¡También me parecían eternos los días en tener los centavos en la mano para. regalar todos mis cachivachis!

III

—Calmada un poco la juerte emoción, vuelve con más ganas a la cabeza el señor que me ha hecho rico y dándole repasones al asunto comienzan las dudas. —Si él tiene las fachas de un pobre como yo, ese dinero no puede ser suyo a menos que lo haya robado, pero ni esto cabe en la mollera, no se oye ningún rumor de la gente. —Además, la moneda ya no está en uso.... —Poco a poco me voy acordando de lo que se cuenta de ese ladrón que vivió hace tiempo y al atar cabos me viene la idea que pueda ser el mismo por la misteriosa forma en que llega, desaparece y me esconde la cara.....

—¡Ay amigo, el susto no se lo deseo a naiden! —¡En aquello tan oscuro y difícil para caminar por lo feo de la cuesta, me corre un sudor pegajoso y las piernas parecen de atole! —¡Clavo la Vista en el suelo, se me afigura ver la ánima en otra piedra o me agarra por la espalda, me truenan las tripas con ganas de hacer del cuerpo y también me parece muy largo el tiempo que duro en salir ajuera! —;Nunca había desiado tanto alguna compañía como antenochi que andaba con la boca amarga y un miedo de los pies a los cabellos! —¡Qué antojo de ser un tecolote para salir aprisa de la barranca tan honda!

—Ya en lo plano, aunque me sintiera frío, a cuero y arre con los pobres jumentos pude llegar con el compadre Antonio como a las nueve. —No vine al tianguis por el dolor de piernas y para acabar de amolarla, todavía tengo mucha calentura y me duelen los güesos......

—¡Pues sí muchacho este sábado me jue de la patada nomás guárdate lo que oyistes. Y mañana me voy luego que amanezca a ver qué remedio me hace la Vieja! —¡Si Dios quiere y me pongo bien, ya nos veremos para que me acompañes a sacar los centavos que no han de caernos mal, pero no se te olvide, aguanta el secreto como los meros hombres!

—¡Oye hermano! —comentó Daniel. —¿Te fijas que mala suerte la de ese amigo? —¡En Vida siempre al acecho de los caminantes para limpiarlos, después de muerto buscando personas que gasten lo conseguido! —¡No cabe duda que el destino se carga sus caprichitos.... —Luego que llegue le Vamos a decir que nos ocupe en la escarbada, entre muchos menos riesgo. ¿No sabes que día Viene? —No es remoto que se quede haciéndose el menso....

—Miren camaradas no se entusiasmen porque esa fortuna está en el palo encebado. —En vez de la lotería, al amigo Tacho le cayó la tierra encima. —¡Anoche me dijo otro comerciante que desde esa fecha ya no pudo aliviarse y hará un mes que lo sepultaron!

Aquí se termina la plática de los peones aquel domingo. No es todo, hay otros casos sobre el mismo tema. Puede haber fallas en los comentarios, abultamiento al referir detalles y ser puros nervios lo del arriero. Por lo que atañe a la maldición, nadie puede saberlo. De todas maneras, en este apilo de consejas existe una verdad comprobada por el que escribe. Hace algunos meses un Señor de Colima! que decía conocer la famosa oquedad, al bajar un alto paredón vertical, por reventarse un cable de henequén se fue al abismo cayendo en una ladera donde a causa de las tremendas fracturas murió en el acto, aparte de otro amigo de él que un poco antes se desabarrancara.

¡Con esta lamentable pérdida, son tres las Víctimas del apasionante como extraño suceso!


Actualmente se hace trabajo de archivo para recuperar información y comprobar la leyenda.
 
Última edición:
Compañeros, les comparto una experiencia que le sucedió a un compañero y transcribo aquí su relato que reproduzco pues considere interesante de compartir aquí.

El Puerco Negro, PUERCOESTESIA para encontrar tesoros.


Les voy a contar otra historia,me las an pedido aqui en el foro,aqui hay muchos que les gustan las historias relacionadas con los entierros de monedas en sus ollitas de barro.Espero les guste,fue contada por un amigo que se dejaba trajar los mandados...

Hace años un amigo mio,de esos que tienen la cara de menso ,no le gustan los problemas,es de esa gente de la que abusan,nomas porque son pobres y no traen para un refresco,es gente acomedida a ver que les das..

Este amigo se llama Lupito el loco asi le dicen...Yo lo investigue sobre este tema de los tesoros,de loco no tiene nada es bien listo..Pillo le dije major asi en ves de lupito,nunca has mirado arder,,,,,,Siiiiiiii varias veces,pero yo pensaba que eran lumbradas pequeñas ,donde queman un montoncito de rastrojo o basura cuando barren la calle las señoras y le prenden fuego..no les hacia caso..

Una ves me dieron trabajo de limpiar los chikeros de unos puercos,apestaba re feo la calle,los vecinos se quejaban del mal olor o puro Puerco.Me toco ese dia levantarme temprano a las 5 de la mañana,esa mañana estaba bien foggy con mucha neblina ,parecia que las nubes habian bajado.Un derepente entre la neblina hacia el chikero se miraba una lumbradita de colores que subia y bajaba y un de repente se apago..Empese a limpiar el chikero donde estaba un Puerco negro grande fuerte parecia un torito..

Asi estube trabajando por unos meses..Un dia el Puerco siempre rascaba donde salia una flama,le llegaban los olores a podrido,el Puerco sabia que algo habia enterrado para comer..Rasco y rasco el Puerco hasta que saco unas monedas de una ollita de barro..El Puerco nomas olia y se le quedaba mirando a pillo,que se las llevara y se fuera...Lupito de chismoso fue y le dijo al dueño que estaba cuidando la casa de un señor.Que fuera al chikero porque el Puerco le habia sacado una ollita con dinero,OOOOOhhhhhh siiiii ese dinero es mio alli lo tenia alzado y Escondido,,,,puras mentiras..fue el señor y se llevo la ollita y no le dio nada a pillo..Al los 6 meses ya tenia su casa echa el señor no muy grande,pero se iso su casita..

Un dia lupito conocio a un indio que vendia sillas y le dijo...amigooo usted no ah visto arder por aqui,lumbres azules con verde y amarillito arriba y se apagan bien rapidito.Siii alli donde esta el chikero del Puerco eh mirado tres llamas.....porque...Eski dondi ardi hay dinero una ollita con monedas de oro ,plata y alahajas como los tesoros de los reyes..Ten cuidado con el muerto,porque te mata y te jala la pata de garapata..Desde ese momento se dio cuenta que su tio lo transeo con la ollita y no le dio nada,se acordava de la Mirada del Puerco,como si le quisiera decir fuietes un idiota..

Una noche se quedo cercas de los chikeros en un gallinero lo pusieron a matar ratas del tamaño de un conejo porque se comian los pollitos y le dieron un rifle de pellets o postas para que matara las ratas...Tenia un pollito de carnada,alli las mataba no jeraba tiro,pero si se le escape una que otra..

Un derepente miro un duende y una sombra que lo seguia,dice que no se movio,el duende traiba un gorrito y platicaba con la voz de gato con la sombra negra que tenia forma de un hombre flaco..Estaban adentro del chikero del Puerco negro,fui y me asome apuntando con el rifle de postas al chikero y nada el Puerco estaba echado.Un derepente que sale una flamita de una ezquina de la casa,donde siempre orinaba,alli no me miraba nadie...Me le arrime a la flama le puse una piedra de donde salia esa luz..Me acorde de lo que me dijo el indio que era oro enterrado,me empezo a dar frio y me hablaban al oido que no lo sacara,que no era para mi,que es dinero era del sudor de toda la vida trabajando de sol a sol en el campo y las cansadas de la mula....noooooo lo saaakeeesssssss......lo jalaron de las greñas pero feo que casi le arracanban la piel con el pelo,le rasguñaron la espaldo el pecho,lo desmayaron o quedo knokeado,,,de las heridas de la sangre que eran de los rasguños se alimentaban esos seres con la sangre que le salia de los rasguños,,,Desperto con un friyaso le ardia el peccho y la espalda,,,ahdava todo chupeteado..

No le dijo nada a su tio.se quedo otra noche y amarro al Puerco negro donde salia la flama,con su rifle de postas cazando ratas,miro el duende y la sombra y se pararon donde estaba el Puerco,la estaca estaba clavada donde habia ardido..el Puerco tenia 6 metros de riata lo tenia amarrado..Tenia hambre el Puerco no le di de comer en la tarde,como ya habia sacado una ollita,iba yo a ver en donde iba a escarbar....empezo olfateando la tierra,que recibe una marca empezo a rascar como loco ,olia el lugar y rascaba....Ya que le llevo de comer unas mazorcas de maiz Amarillo..

Otro dia me lleve la vara y una palita con la limpiaba los chikeros.. que saco el Puerco negro en la noche,parecia una sombra negra el Puerco ,empezo en el mismo lugar eran las tres de la mañana...Empeze a escarbar un derepente salio un olor feo,me ise un lado rapido para que se ventilara,le queme con un cerrillo...l e empeze a dar y me canse ,solte el Puerco y rascaba y tosia el animal,algo lo hacia toser y estornudar al Puerco negro..Un derepente que agarro la barra y que se escuchan puras monedas cuando se quiebro algo..Sake todas las monedas de oro y plata eran como unas 200 monedas pero mas de plata,,Agarre ceniza de una lumbrada y se la eche la ollita por si las monedas eran de alguien no levantara sospechas..Esa noche se iso rico no tanto..Pero dejo de matar ratas que se comian los pollitos en la noche..

Con ese Puerco negro llegue a sacar tres entierros de dinero en ese terreno,antes habia casas ya las tumbaron en las partes que yo miraba arder,amarraba el Puerco con un lazo de seis metros,olfateaba la tierra,donde se aferraba alli pasaba el pendulo y tiro seguro...Ahorita no tengo dinero casi todo lo inverti en tres parcelas y la casa que ise,pues aqui me miras trabajando arreglando banquetas,Donde mires arder compra un Puerco y ponlo a olfatear a los puercos les gusta oler lo podrido y tiene un olfato que no te imagines,el Puerco negro de lo gordo y que estaba se puso bien flaco ahasta que murio del azogue...La cabeza del Puerco negro la disique, la tengo colgada en mi casa como amuleto,ese Puerco me iso rico..


El Puerco es un dectector de metales que arden y con olfato al maximo...les encanta lo podrido es un animal inmundo,relacionados con comer lo que le des ,hasta te come a ti.....

Donde miren arder metan el Puerco,donde olfatie y pite oink,oink,oink, alli escarben ,luego meten el aparato.....alli esta la ollita...Puerco Metal Detector con Olfato al Oro y Plata...que opinan de este animal ...ya si no sacan nada lo hacen carnitas y todo se vende, menos los pelos del Puerco..saludos y compren su Puerco esto se llama PUERCOESTESIA Y DIFERENTE A LA RADIESTESIA.
 
Muy buenas historias y lo de los puercos creo yo, que es muy común que pase eso ya que en varios lugares dicen algo parecido o se menciona un puerco.

Gracias por el aporte.
 
COMPAÑEROS, LES COMPARTO ESTE RELATO QUE EXTRAJE DE UN LIBRO DE MI BIBLIOTECA PERSONAL Y ESPERO SEA DE SU AGRADO.

LA CUEVA DE LOS CRISTEROS

Cuantas noches en vela, cuantos ayunos, cuantas torturas causadas por la ambición de Don Juan “El Cholo”, Pedro “El Burro”, Doña”Techi” y Zacarías Andrade de la región de Ayotitlán.
Buscando, investigando, por aquí, por allá, con fulano, con mangano, cada uno por su cuenta, en el pueblo de Ayutla, en la sierra, en las rancherías cercanas. Todo vino a raíz de que un viejo serrano le dijo a Don Juan “El Cholo”, la ubicación de una cueva en el relis de la piedra bola, por ahí en la barranca de California que limita al municipio de Ayutla con Villa Purificación, donde según el viejo, existía una enorme fortuna en monedas de oro, dejada por unos cristeros perseguidos por los federales, en tiempo de la cristiada.
Desde ese momento, a Don Juan, se le clavo la espina de la ambición, y despertó en este su espíritu aventurero, no tardó más de dos semanas en ponerse de acuerdo con sus compadres, Pedro “El Burro” y Zacarías Andrade, para ir en busca de la dichosa cueva.
Pero cuando se habla de dinero, los corazones se enferman, el cerebro deja de funcionar correctamente y por lo tanto, Doña “Techi”, querida de Don Juan “El Cholo” quiso ir con ellos, y no hubo poder humano que la convenciera de quedarse, pues también ella quería parte de lo que encontraran allá.
Partieron pues, a buscar dicha cueva, y cuando la encontraron se dieron cuenta que no sería tan fácil llegar a ella, pues su entrada estaba a unos veinte metros debajo de la cima del precipicio.
Pensaron, meditaron y discutieron buen rato sin ponerse de acuerdo, hasta que Pedro “El Burro” les dijo que tenía la solución, lo escucharon atentos y este les propuso:
Descolguemos a uno de nosotros amarrado de una cuerda, y entre los tres bajaremos ayudándonos con ese viejo roble que está ahí, lo rodeamos con la cuerda y nos servirá para bajarlo poco a poco, cuando llegue a la entrada que nos grite; que se meta a la cueva y que este morral lo llene de monedas, luego, luego, lo amarre a la soga, le de dos tirones a está y será la señal para que subamos el morral.
- Buena idea - dijo Don Juan “El Cholo”.
- Pero, ¿Quién bajará?, que tal y después de subir el tesoro al que esté colgado ahí lo dejen.
Se armó nuevo relajo por el asunto, hasta que Zacarías dijo:
- Yo bajo, pero juren que no me dejarán ahí. – Así todos le juraron lealtad y bajaron a este.
Cuando Zacarías llegaba a la entrada de la gruta se le pararon los pelos de terror ante lo que vio, y empezó a gritar desesperadamente:
- ¡Súbanme, súbanme por piedad!
Sus compañeros, al subirlo y atropellándose unos a otros, le reclamaban el por qué había desaprovechado la oportunidad, más este, con la lengua trabada por el susto y con frases entrecortadas, les explicó que la cueva estaba vigilada por unos horribles espectros armados con fusiles y machetes, que quisieron cortar la cuerda para que cayera al abismo.

Los demás le llamaron cobarde y fueron bajando de uno en uno, sucediendo lo mismo de la primera ocasión, hasta doña “Techi”, siendo la que se llevó el mayor susto, pues no era tan valiente como ella creía, debido a su ambición. Cuando se calmaron, Don Juan “El Cholo”, se dio cuenta que el viejo de la sierra, nunca le dio la relación para poder sacar dicho tesoro, y a partir de ese momento, se dedicaron a buscarlo, más nunca supieron de él.
Tres años pasaron indagando, preguntando a los ancianos buscando y rebuscando todos con frenesí, sin otra meta que conocer la relación del tesoro. Ya desesperados y a punto de olvidarse del asunto, don Juan conoció a un viejo cristero que le dijo:
- Los compas eran seguidos por los federales y en la cumbre del relis los mataron a todos, pero los federales, nunca encontraron el dinero; si lo quieres sacar, debes tronar muchos balazos, mientras uno baja y saca el dinero, no deben de parar de echar bala, solo así tendrás el tesoro.
Ni tardos ni perezosos hicieron según lo indicaba la relación y sacaron el dinero. «Dinero maldito que transforma a la gente de buenos a malos» A Pedro, el “Burro”, que se llenó las bolsas del pantalón de monedas, murió de hambre y sed, no lo subieron, don Juan “El cholo”, mató personalmente a su compadre Zacarías Andrade echándolo al abismo, después de balearlo, y por poco se agarran los amantes.
Hasta hace unos años que murió don Juan, era el capital más fuerte de la región, dejó a doña “Techi”, por otra querida más nueva y mandó a su familia a Europa.
De su familia nada se sabe, pero después de muerto, su ausencia ha sido motivo de pleitos, muertes y tragedias entre sus parentelas.
MORALEJA: « Ningún dinero mal habido, manchado de sangre, puede traer felicidad a nadie…».





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AGRADEZCO SUS COMENTARIOS
 
Última edición:
Por cuestiones de mi trabajo ( me dedico a la apicultura ), estoy constantemente en contacto con gente del campo, hay muchas historias y leyendas, muchas pláticas y muchas invitaciones a "buscar entierros", tengo el gusto de contar con un muy buen amigo que tiene por afición (diría yo ... profesión) la búsqueda de estos tesoros. Ha habido larguísimas y a la vez interesantísimas platicas de estos temas, en alguna ocasión fuimos a buscar a un ranchito que rente por un tiempo y hubo un resultado positivo (fue algo pequeño y fue cedido en su totalidad a el dueño del lugar), se detectó algo mínimo en la casita del rancho y algo más grande en la casa del dueño, en el pueblo, a espaldas de la iglesia del lugar, se le indicó donde y como escavar y al tiempo que lo vi, ya andaba muy elegante con ropa y zapatos nuevos y su hijo (con síndrome Down) también muy arreglado. Pintó y restauro la casa del pueblo .... nunca me comentó nada, ni yo le pregunté tampoco.

Este amigo se maneja principalmente con radioestecia y péndulos, por lo que me ha hecho el favor de orientarme y marcar posiciones para algunos de mis apiarios con excelentes resultados.

En lo que respecta a las leyendas, se pasa el tiempo estudiando, desde información científica hasta cuentos y narraciones de lugareños. Tenemos pendiente una expedición que le parece muy interesante cerca de Guadalajara, esperemos ir este mismo año. Ya les platicaré

Muy interesantes los relatos de los compañeros
 
AHI VA OTRA


Acababa de pasar la revolución, ya vivía con mi Madre y hermanas, en una pequeña hacienda en el Estado de Jalisco a unos cuantos kilómetros del Estado de Colima.



Mi padre murió durante la revolución, lo fusilaron achacándole que era Carrancista dejando viuda a mi Mamá con 4 hijos, 3 mujeres y yo.



La hacienda era pequeña pero productiva, fue lo que nos mantenía hasta que llegó el agrarismo y todo se acabó. Mi madre y mis hermanas se fueron a vivir con unos familiares a Armería, Col., yo me fui a trabajar a un rancho propiedad de un Sr. Vizcaino donde duré cinco años, ya que tuve que abandonar mi trabajo, pues me enamoré de una de las hijas del patrón, Cecilia, una joven muy hacendosa. El padre de ella no veía con malos ojos el noviazgo hasta que le tratamos el casamiento. Claramente me dijo : Matías has fortuna y te podrás casar con mi hija, ya que está acostumbrada a ciertos lujos que tú no puedes darle.



Con todo el dolor de mi corazón me fui, y supe que cerca de ahí en el Estado de Colima en un rancho “La Violeta” necesitaban a una persona que supiera de fincas. Me presenté a pedir trabajo y el dueño Don Juan Meléndez, después de preguntar de mi trabajo anterior, de mi familia, etc., me dio el trabajo.



A los dos meses más o menos me dijo un día, mira Matías yo ya estoy cansado, ya no puedo ir a tocas a las cuatro de la mañana la campana que está en una torre de lo que fue una hacienda y que estaba como a cuatro kilómetros del rancho, y desde mañana tu irás a tocas la campana y esperas a que llegue la gente a trabajar y vas nuevamente a las dos de la tarde para que terminen las faenas, te llevas el caballo colorado, el sabe el camino, los viernes era día de raya así que regresaba más tarde.



Habían pasado unos 6 meses y un viernes precisamente que iba para llamar a la gente medio dormido sobre el caballo, éste relinchó y me desperté como a 100 metros en el cruce de 4 caminos que ahí había; vi a un jinete vestido de negro o café obscuro sobre un caballo tordillo.

A medida que me acercaba, el caballo y el jinete se siguieron por el camino que atravesaba rumbo a las ruinas de lo que fue un trapiche. Se lo dije a mi patrón y me preguntó datos sobre el jinete, anticipándome que me fijara bien en él y qué días se me atravesaba. Así lo hice y durante cuatro viernes el jinete con el caballo se alejaban rumbo a las ruinas.



Así se lo conté a mi patrón y me dijo que me llevara una carabina por si se trataba de un asaltante y que lo siguiera a las ruinas a ver que hacía ahí. El siguiente viernes ahí estaba el jinete, preparé la carabina y lo seguí; el caballo, y el jinete se metieron a las ruinas por el cubo de lo que había sido un zahuán, y junto a una higuera muy grande que había en el patio desaparecieron. Fui a rayar a la gente y regresé con mi patrón a contarle todo lo que vi y me dijo al siguiente día sábado que la gente no trabajó: -vamos a ir al trapiche viejo, así que prepara una mula, una pala y un pico que nos vamos-.



Temprano el sábado nos fuimos al trapiche viejo, donde se desapareció el jinete. Me preguntó el patrón dónde se había metido el hombre -ahí junto a la higuera- le dije. Me dijo entonces -rasca entre esas raíces y ten cuidado-. Al cabo de un rato que se me hizo muy largo, mi pico dio contra algo duro, -saca más tierra- me dijo el patrón y así lo hice apareciendo en el fondo del agujero un baúl bastante pesado. Como pudimos lo subimos a la mula y nos fuimos al rancho, destapamos el baúl y ¡oh maravilla! lleno de toda clase de monedas de oro, plata y cobre. El patrón emocionado me preguntó el nombre de mis familiares y mi segundo apellido Santiago Sánchez mi padre y Manuela Gómez mi madre -¿y tus abuelos quienes fueron?- y le dije por parte de Madre Federico Gómez y Gabriela Nuñez quienes tuvieron la hacienda La Gabieta en el Edo.d e Jalisco. Al oir el nombre de Federico Gómez, mi patrón palideció y tuvo que sentarse. -Federico-, me dijo -vivió algún tiempo aquí en el trapiche con su señora, que por cierto al no dejarlo casar se robó a la novia, es decir, tu abuela. Hijo me alegra y me llena de gusto que tu abuelo haya entregado a ti su fortuna, 18 años de ir a tocar la campana todos lo días y nunca se me apareció-.



Yo quise repartir con el patrón mi hallazgo, pero el no quiso. Platicamos de mi vida y así supo que había llegado a su casa porque no me había podido casar por falta de dinero con la hija del Sr. Vizcaíno, y me preguntó -¿cómo se llama la muchacha?- Le dije Cecilia, acto seguidó comenzó a decirme lo que haríamos: -mañana vamos a Colima a depositar esto y cambiar algo, luego te vas a ir al norte a comprar ganado y corremos la voz de que te ha ido muy bien.-



Al regreso de uno de mis viajes -me dijo- hice un negocio con el Sr. Vizcaíno y quiero que me acompañes. Llegamos al rancho y después de hablar de negocios mi patrón le dijo al Sr. Vizcaíno que como mi tutor iba a pedir la mano de la Srita. Cecilia. Cuando el Sr. Vizcaíno iba a replicar algo mi patrón le dijo -por cuestión económica no se preocupe Ud., Matías tiene más dinero que ud., y que yo, ya que con lo que ha ganado con el negocio de las reses ya puede retirarse a vivir tranquilamente-.



Y heme aquí feliz disfrutando la vida ¿el tesoro? Todavía hay monedas despistadas en un Banco que será el futuro de mis hijos a Dios Gracias

Que interesante porque aquí en cihuatlan jalisco conozco la ubicación de una hacienda que el dueño tenia como apellido Vizcaíno y esta a unos kilómetros del estado de colima
 
AQUI LE DEJO OTRO RELATO QUE ENCONTRE EN INTERNET......

EL PASTOR CON SUERTE
Fue por el año del 75 -según la memoria de don Carmelo-, cuando conoció a Julián Moreno, humilde muchacho que, al igual que muchos paisanos, anhelaba llegar al otro lado de la frontera buscando la oportunidad de progreso que se le había negado en su natal San Luis Potosí. La suerte o el destino, lo trajeron hasta estas tierras Anahuaquenses sin más equipaje que su sueño de triunfar en la vida. Al fracasar en su intento, había llegado a este pueblo con sus ilusiones rotas, y la necesidad lo había obligado a acercarse a las puertas de los hogares de la colonia Obrera y el Centro, solicitando un bocado a cambio de sus servicios de limpiar terrenos baldíos o de jardinero; el caso era sobrevivir el día comiendo lo que los buenos corazones le compartieran, y guardando unos cuantos pesos para completar el pasaje de regreso a su pueblo; al fin y al cabo, no era la primera vez que había sido repatriado.
Aquella mañana, Julián llegó a la puerta del hogar de don Fernando, un conocido agricultor y ganadero de la región, poseedor de grandes propiedades por el lado del Nogal y Santa Gertrudis. El fuereño se entrevistó con el señor, ofreciendo sus servicios como era su rutina.
_ ¿De dónde dices que vienes muchacho? -preguntó don Fernando, en busca de conocer a su futuro posible trabajador.
_ Vengo de San Luis, señor. Me acaban de “aventar” para acá; y la verdad, necesito dinero para comer algo. Luego, en cuanto junte, pos' yo creo que me voy para mi tierra.
_ Pues lo que yo necesito es un pastor. ¿Sabes de eso? -le contestó el hombre en un franco ofrecimiento.
_ Si patrón, allá en el rancho donde vivía hacemos un poco de todo.
_ Bueno, pues vente mañana y veremos qué pasa...
Al primer rayo de sol de la mañana siguiente, ahí estaba el buen Julián esperando a don Fernando para ir a conocer el sitio de trabajo. Con un gesto de felicidad en el rostro, el joven agradeció al Cielo que ahora tendría una esperanza que le permitiría avisar a los suyos que sus sueños todavía no podían ser, pero que por lo menos estaba bien.
Don Carmelo cuenta que, al poco tiempo, mientras él trabajaba como operador de máquinas, desazolvando los drenes o desmontando terrenos, veía al fuereño pastoreando las cabras por las orillas de los canales. Lo recuerda como un muchacho trabajador, muy humilde y servicial y llegó a hacer amistad con él mientras trabajó por ese sector. En una tiendita campesina, coincidieron varias veces, y ahí compartieron la plática mientras un refresco mitigaba el sofocante calor del verano. Don Josecito, dueño de aquel negocio campirano, también entraba en la conversación, y los tres repasaban memorias y recuerdos para luego cada uno volver a sus labores.
Don Carmelo trabajó un tiempo por esos lugares, luego lo cambiaron a otro sector y ya no supo más de aquel pastor. Pasado un tiempo, una tarde, Carmelo pasaba por la tienda de don José y quiso llegar a saludarlo, refrescarse un poco y, por supuesto, le preguntó por Julián. Quedó boquiabierto al escuchar esta impresionante historia en la que don José le contó la suerte de Julián Moreno.
Julián se había convertido en un buen empleado al cuidado de los animales. A su cuidado estaba un rebaño de cabras que guiaba por terrenos de la parcela y por los alrededores del rancho del patrón. Como hábil trabajador, no tardó mucho en acostumbrar aquellos animales a su modo; ya que, luego de un silbido fuerte, el rebaño regresaba por sí mismo para entrar en los corrales. Eso le daba tiempo de comer sus tacos o cazar una liebre que ocasionalmente pasara por entre los matorrales, usando su resortera fabricada por el mismo.
Un buen día, junto a la parcela, Julián estaba sentado en un gran bordo observando el paisaje. El tintinear del cencerro de una de las cabras lo hizo volver la vista y, mientras se ponía de pie, descubrió no muy lejos una pequeña fogata que ondeaba sus flamas en colores naranja que cambiaban a un bello color azul. Extrañado por la repentina visión, paseó su vista buscando a algún extraño, pues toda esa área estaba cercada y en todo ese rato no había visto a alguien que anduviera por esos lugares para que hubieran encendido una lumbre y menos en terrenos del patrón.
Preguntó Julián al viento, tratando de ser amable con la persona que anduviera por ahí: “¿Qué pasa amigo...? ¿Qué anda haciendo...?” - Pero nadie contestó, y volvió su mirada en busca de aquella fogata que, repentinamente, había desaparecido.
Sin saber que pensar y sumamente intrigado, dio unos pasos hacia el lugar del avistamiento buscando respuesta a una desconcertante pregunta: “¿Qué seria eso...?” Por lo pronto, de aquello nada comentó a nadie; pero estaba seguro de haber visto aquella lumbre que desapareció repentinamente. Nadie le creería.
Pero no sería la única vez que tendría aquella experiencia, porque después de ese día, llegadas las seis de la tarde, repentinamente la fogata se levantó a un costado de la parcela, casi donde la cerca de alambre se juntaba con el rancho vecino. Aquella visión duraba sólo unos instantes, para luego desvanecerse conforme él se acercaba para ver exactamente de dónde salía. Sin sentir miedo, Julián miraba atónito como se esfumaba siempre en el mismo sitio.
La amistad con don José, dueño de la tienda campesina, lo hizo confiarle aquellos hechos; pues sabía que aquel viejo podría tener alguna explicación; y no se equivocaba…
El hombre, con la experiencia que dan los años, le dijo que se fijara bien el lugar donde se perdía aquella visión.
_ Le digo que se pierde en la tierra, y lueguito ya no está... ¡Venga conmigo! ¡No le miento, don José!
El buen viejo miraba sin malicia al muchacho que, desesperado, apuntaba hacia el rancho del patrón.
_ Está bien hijo... Deja cerrar, y vamos...
Aquellos hombres caminaron al lugar del avistamiento; y al llegar, se sentaron a conversar un rato, esperando la hora en que -según Julián-, aparecía la misteriosa lumbre. Fueron minutos de paciente espera; y llegado el tiempo exacto, la versión de Julián se venía abajo, pues nada sucedió.
_ Espérese tantito, don José... Ahorita sale... Se lo juro... Yo sé que no estoy loco.
Don José con mirada amable solo movía la cabeza; y con palabra apaciguante, le dijo al emocionado muchacho:
_ No es que no te crea, hijo... Lo que pienso, es que yo no debo estar aquí. No hay duda de que aquí hay algo y es sólo para ti. Solamente tú debes trabajar para ganártelo.
Don José, le recomendó marcar el lugar donde se perdía la lumbre poniendo una seña; para luego hacer una excavación que al fin y al cabo, nada perdía con intentarlo.
_ Pero..., mi patrón... ¡Hay que avisarle...!
_ Él no sabe nada de esto. Igual que tú, también llegó un día y compró estas tierras. Como no pertenece a su familia, nada perderá. ¡Aquí hay dinero muchacho! ¡Es para ti! Sólo a ti te toca; pero tú sabes...
Tras estas sabias palabras, se retiró el viejo a paso lento, acomodándose el sombrero; mientras Julián, confundido, lo miraba retirarse sin saber qué hacer.
Cuentan que aquel muchacho, cavó a ratos en aquella parcela, pero jamás descuidó su labor de pastor y su patrón no se enteró, pues pocas veces iba al rancho.
No pasó mucho tiempo para que se diera el desenlace de esta historia. Una tarde, se oían gritos de alegría afuera de la tienda de don José. Al asomarse, descubrió al joven pastor dando voces de contento mientras a su pecho apretaba un morral de cuero lleno de monedas de oro.
Al buen viejo se le llenaron los ojos de lágrimas al ver la felicidad que desbordaba aquel muchacho.
_ ¡Sí era cierto, don José! ¡Sí era cierto...! ¡Usted tenía razón...! ¡Mire lo que encontré...!
_ No me lo enseñes muchacho. Ya nada tienes que hacer aquí, regresa a tu pueblo.
_ Pero, ¿y mi rebaño...? ¿Y mi patrón...? -preguntó el noble muchacho.
Cuentan que a los dos días, el patrón preguntaba por un pastor que trabajaba en su rancho. El rebaño no salió a pastar por los montes como de costumbre, porque tenía suficiente comida que les había dejado dentro de los corrales. Su guía, ya estaba a muchos kilómetros de estas tierras.
Cuenta don Carmelo que don José había acompañado al pastor a donde pudiera tomar un transporte con rumbo a San Luis Potosí. Aquel joven potosino se despedía abrazando a don José y agradeciendo a Dios la oportunidad de aquel tesoro que había guardado para él. Quiso pagar con varias monedas el consejo del viejo, pero éste no aceptó.
Y por pláticas del anciano, con el tiempo, fue invitado a conocer el rancho El Centenario, habitado por una familia sencilla, dueña de buenas tierras de cultivo y varias cabezas de ganado mayor, propiedad de un hombre del que dicen que fue...
Un pastor con suerte...
 
Chulada de relato @EL APRENDIZ, hasta sentí que era yo aquel pastor pero pfffff son pocos los que traen la suerte a cuestas y el universo a su favor para ponerlos donde hay.
Salu2 y gracias por el texto.
 
Bonito relato mi amigo, y como esos hay muchos que nos alegran el rato y sabiendo que muchos son verdad.
Gracias por compartir y saludos.
 
[h=1]El tesoro oculto de los Templarios[/h][FONT=&quot]La Orden de los Caballeros Templarios ha suscitado, tanto durante su vigencia como tras su despiadada «disolución», una gran cantidad de mitos, leyendas e historias. Y es que esta antigua orden poseía todos los elementos para resultar atractiva e intrigante: austeridad, firmeza en sus convicciones y en su fe, sabiduría y sobre todo su búsqueda constante de iluminación, bien por sus heroicos actos como por la recopilación de reliquias cristianas.[/FONT][FONT=&quot]Los Templarios fueron perseguidos y aniquilados por motivos más económicos y políticos que religiosos, aunque la principal causa del proceso fuera (a ojos del público) su supuesta conducta herética, siendo acusados de adorar a una misteriosa figura llamada Baphomet.[/FONT][FONT=&quot]Pero seguramente el objetivo de esta purga fueron las riquezas y reliquias que acumularon los Templarios durante su corta existencia. No debemos olvidar que los Templarios, a pesar de respetar el voto de pobreza y austeridad, llegaron a ser una potente entidad financiera internacional. Ni el rey Felipe el Hermoso ni el Vaticano, representado por Clemente V, vieron esto con buenos ojos.[/FONT][FONT=&quot]Jean de Chalons confesó, tras terribles torturas, que cincuenta Caballeros Templarios habían escapado de las detenciones, y que marcharon en dirección al puerto de La Rochelle con gran parte del tesoro para esconderlo. Una vez que fue repartido en dieciocho buques, las naves partieron con rumbo desconocido, excepto para el responsable de la operación, Gerardo de Villiers. Hoy en día conocemos el destino de todas las naves templarias, así como algunos sucesos protagonizados por los templarios en Escocia, Portugal y otros lugares, pero ignoramos el lugar donde lo escondieron o qué era este tesoro.[/FONT][FONT=&quot]Con toda seguridad, la mayor parte de este tesoro eran los conocimientos adquiridos durante sus viajes, así como durante sus numerosos contactos con otras culturas y religiones. También se ha especulado mucho sobre el hecho de que custodiasen reliquias como la Mesa de Salomón, el Arca de la Alianza o incluso el Santo Grial, pero todo esto (de momento) no son más que conjeturas. Sin embargo, uno de los mayores tesoros que poseyeron los templarios fue el conocimiento de una tierra más allá del Atlántico, una tierra que sería «descubierta» oficialmente mucho después.[/FONT][FONT=&quot]La primera pista sobre los viajes de Templarios al nuevo continente la encontramos en la capilla de Rosslyn, erigida por el Conde Saint Clair, en la que encontramos algunas mazorcas de maiz talladas como adornos.[/FONT][FONT=&quot]Esta es una de las muchas pruebas que sustentan el relato del príncipe escocés Henry Saint Clair, quien decía haber viajado con los hermanos Zeno, unos expertos navegantes de origen veneciano, al continente americano con la intención de fundar una colonia. Acompañados por una tripulación de 300 hombres, pasaron en tierras más allá del Atlántico la primavera del 1399, para luego regresar a Escocia.[/FONT][FONT=&quot]Pero este viaje no fue el de descubrimiento, ya que, según otros indicios, los Templarios arribaron a las lejanas costas del nuevo mundo alrededor del año 1272, y a las de México en el año 1307. Existe un sello fechado en 1214, cuyo lema reza Secretum Templi, y en el que podemos ver a un hombre extrañamente adornado con lo que parece ser un curioso adorno de plumas. También podemos ver a un personaje parecido a un indio con grandes orejas representado en un lateral de la Catedral de Borgoña.[/FONT][FONT=&quot]Quizá fueron las riquezas conseguidas allende los mares la clave de su rápida y meteórica expansión, y también la baza para convertirse en un competidor económico para Francia, al menos en la mente de Felipe el Hermoso.[/FONT]
 
COMPAÑEROS, LES COMPARTO OTRO RELATO DE TESOROS..........


“La Tabla OUIJA”



Hace algunos años a un grupo de amigos y a mí, nos dio por mover la famosa tabla ouija. Le preguntábamos puras tonterías, hasta que uno de los amigos me dijo pregunta si hay dinero en la Hacienda que fue de tu Abuelo.

Éramos dos los que movíamos la tabla, con los ojos cerrados, mientras otros apuntaban las letras para formar palabras y luego frases.

Y así comenzó todo ¿Hay dinero enterrado en tal Hacienda? Sí contestó. Fue de la familia de José C., No, fue de una señora dueña anterior de esa Hacienda, y ¿Dónde está el dinero?, en el cuarto del herrero, pero pueden entrar por otro lado, y cómo sabremos por donde entrar o donde escarvar? Busquen en uno de los cuartos una caja vacía de galletas, un niño irá a ponerla rasque aquí.


Fuimos a la Hacienda e hicimos una inspección a diferentes cuartos hasta que encontramos la caja de galletas y a rascar jóvenes les dije a mis amigos. Después de varios días y viajes, pues íbamos de Puebla a la Hacienda los sábados, se llegó a 4 metros de profundidad.

Al dar un barretazo en una de las paredes del agujero, la barreta se va y aparece un túnel de 33 metros de largo. Al desensolvarlo y avanzar hasta llegar a un WC viejo que nunca se usó.

No encontramos nada posiblemente seguimos el túnel al revés en dirección equivocada.

Cuando nos comunicamos nuevamente con el ser, le dijimos lo que habíamos hecho y nos dijo que entráramos por el otro lado, teniendo cuidado de un derrumbe. Le preguntamos su nombre, nos lo dijo y además de donde era, todo cierto, inclusive dio nombres antiguos, hoy ese lugar lleva otro nombre.

Nos dio el nombre de la antigua dueña de la Hacienda, el nombre de dos de sus compañeros que habían sido peones de la Hacienda con aquella señora como patrona, que habían ayudado a depositar el dinero en el túnel, que estaba a granel, que había monedas españolas y de las que ahí se fabricaban, de buena plata.

Que al acabar de llevar el dinero al túnel, cuando iban a salir los mataron a machetazos y a él lo ahogaron con tierra.

Nos decía cuando me hallen no tengan miedo, les pido por favor una misa y que me entierren en el camposanto.

Hace algunos años al revisar la troje de la hacienda, las claraboyas no coincidían en número, viéndolas por fuera y por dentro, al hacer una revisión se encontró un cuarto donde estaba un troquel con el que troquelaban monedas en 1779.

Como verán la tabla Ouija bien manejada da resultado, pero con mi equipo para buscar monedas, todo fue mucho más rápido.
 
RELIQUIAS DE GUERRA (EL CAÑON)​

Por Huntertreasure

Fue en el año 2015, creo que en el mes de enero, cuando escuche por primera vez esta historia; en la hora del desayuno un compañero de trabajo me la platicó. Me dijo,

¿Te acuerdas de Don Manuel, el señor que va a la leña con sus burros y siempre anda en el cerro?

Pues fíjate que ayer lo vi, y me saludó como siempre, - ya vez como es la gente del rancho de amable-, pero esta vez se acercó y me dijo:
¡Fíjate Chuy que antier, después de recorrer un tramo del cerro, buscando buena leña, me encontré una barranca que nunca había visto por dentro!

Se veía buena por lo tupido de palizada seca que había,

Ya estando cortando la leña, al arrimar los burros para cargarlos,

vi un fierro que salía de las piedras, a un ladito de un jagüey y pos me puse a querer sacarlo para ver que era.

Nada más destapar unas piedras me di cuenta que era una rueda pegada a un fierro que al escarbarle más salió un tubo grande, no le hallaba forma que era aquello, hasta que le vi el boquete y me di cuenta que ¡¡ era un cañón, de esos que se usaban en la revolución !!.

Lo volví a tapar con piedras y ramas porque era algo muy grande para mí, yo solo no podría sacarlo, y menos de estas barrancas tan grandes que tiene la parte norte de Colima, me imagino que por estar cerca de las vías, fue algo que ahí largaron en tiempos de la revolución o tal vez lo arrojaron desde algún tren.

Me gustaría mucho poder sacarlo y llevarlo a un museo, por eso te confío el secreto a ti Jesús, pero aguántate como los meros machos y no le digas a nadie
la ubicación, solo consigue otras dos personas de confianza, porque en esa barranca debe haber mas cosas.

Esa fue la plática de Don Manuel y por eso quiero invitarte a esta aventura para sacar esa pieza de artillería y de paso ver que más oculta esa hondonada, me dijo.

Con el ánimo elevado y la emoción en el pecho, me regrese a la casa y me puse a revisar aquellos libros donde hablaba sobre las batallas en el sur de Jalisco y las cosas se fueron aclarando.

Después fui a buscar dos amigos de mucha confianza a contarles la historia e invitarlos a bajar a la barranca y llevarnos los detectores de metales, claro con la ayuda de Don Manuel que sería el guía de aquella improvisada expedición.

Al llegar a su casa, ya traíamos los equipos de detección, palas y zapapicos, llevando además, comida, agua y un pequeño botiquín de primeros auxilios. Como previamente habíamos quedado, el Señor, ya nos esperaba, pues como dicen:

Al que madruga, Dios lo ayuda”.

Salimos como a las 6:00 de la mañana, y aunque el sitio no quedaba lejos del rancho, por lo accidentado del terreno, calcule que llegaríamos como en una hora. De todas formas íbamos con precaución y alertas, pues la zona es conocida por ser un lugar donde abundan las serpientes de cascabel.

Aire puro de montaña, vegetación exuberante, sonidos del campo, arroyos que corren entre las rocas, un verdadero spa que nos regala la naturaleza.

Allá abajo casi en el fondo de la barranca rocas alineadas que parecen fortines, nos esperan para despertar la historia que duerme olvidada en ellas……..





 
!MUY BUENOS RELATOS¡ Me han hecho amena la tarde, saludos a todos. Esperaré el desenlace de Reliquias de guerra...
 
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