Cuate Alejandro
Miembro de la Vieja Guardia
¿Italiana o Austriaca? ¿Poblana? ¡¿Cual?!
La cuestión no es discutir cual es la mejor. Ello ya se ha dilucidado ampliamente en el Foro, y es tema que suele aparecer como recurrente, interesante para los nuevos foristas, aburrido para los vetustos.
El dilema es por una parte estético, de ego tal vez, pero sin duda la ambivalencia que me provoca imaginar en mis manos una Glock modelo 25 y una Beretta 84FS bicentenario me quitan el sueño.
¿Punto de comparación? El calibre es el mismo (9 short o .380). Esa no es la cuestión: la Ley es clara cuando señala que solo podemos tener acceso a ese calibre en el caso de pistolas. Ojalá hubiera en “inventarios” de la DCAM una semiautomática .38 especial, pero en ese caso si no es revolver pues ni yendo a bailar a Chalma.
Quizá la sutil pero no menos importante diferencia es que la Beretta 84 fue diseñada en 1976 precisamente para ese calibre. La Glock 25 apareció 19 años después, en 1995, como una adaptación al mencionado cartucho, a fin de cubrir el mercado latinoamericano primordialmente.
Ambas de origen europeo, tiene la italiana Beretta tras de si una historia que data del siglo XVI, mientras que la creación de Gaston Glock es de apenas un cuarto de siglo, si nos atenemos a su popularización como arma preferida por numerosos ejércitos y departamentos de policía. En gustos se rompen géneros, pero si uno busca las cientos de fotografías que se han subido a la página de México Armado, siempre pasa de querer una Glock a querer una Beretta, en una suerte de espiral sinfín en la que a veces se amanece habiendo soñado la una, y luego la otra.
Pocos afortunados poseen ambas. La pulsión de vida, si se cree que servirán para la defensa personal o de la familia puede quedar satisfecha (o la pulsión de muerte, si en los recónditos de la psique del poseedor se ocultan aviesas intenciones, puede ser también compensada). Tener la una y la otra sin embargo no habría solo de satisfacer el deseo de tomarlas con una mano y jalar su corredera con la otra: lo aniquilaría, en cuyo caso habría acabado la ilusión, y habría que pensar en otras armas como escopetas calibre 12, o rifles de gran calibre, como el CZ M1 S1 sport, en calibre 308, que según me he enterado, es el equivalente al 7.64 que disparan los Kalashnikov 47. Curiosamente me he preguntado si en lo que a tamaños de proyectiles o armas de fuego se refiere (y aspira a poseer), uno oculta una aspiración fálica, que no sería extraña en un medio sociocultural donde las armas han estado ligadas a cierto modo de ser del macho mexicano.
Vuelvo al principio. ¿Aluminio y acero? o ¿Polímero y acero? ¿Cuál de las dos opciones será mejor elegir? Leo y re leo todos los comentarios en pro y en contra de la italiana y de la austriaca. Sin duda las dos son armas formidables, ambas tienen defensores y detractores a ultranza, y eso también me gusta, pues genera debates de los que uno que es novel en la materia, termina aprendiendo. No tomaré partido por lo tanto, pues considero que sea cual sea mi elección, este humilde forista brincará de gusto al tener la oportunidad de escuchar el clac clac de la corredera, y el estruendo del cañón al descargar ya sea 13 o 15 proyectiles 380, según el caso, sobre un blanco con el que pueda medir su puntería, y sobre el cual pueda opinar a cerca de las agrupaciones logradas, la calidad de los cartuchos, las distancias, el clima, los amigos, las aventuras, los trámites para su PETA, los exabruptos de Bautista (toco madera, que no me toque, que no me toque) y un largo etcétera.
Y así, meditando sobre la decisión final, imaginando si pensarán los lectores ¿de cual fumó ese cuate? al escribir estas líneas, recuerdo ¡carajo! ¿y la Trejo? ¡También quiero probar una GT .22 L.R. recién salida de Zacatlán de las Manzanas! Entonces ¡Las pesadillas vuelven a empezar!... ¿Cuál elegir, osito bimbo, dime cual de las tres! ¡Ni con las mujeres he tenido tantos líos para optar por melón o por sandía!
La cuestión no es discutir cual es la mejor. Ello ya se ha dilucidado ampliamente en el Foro, y es tema que suele aparecer como recurrente, interesante para los nuevos foristas, aburrido para los vetustos.
El dilema es por una parte estético, de ego tal vez, pero sin duda la ambivalencia que me provoca imaginar en mis manos una Glock modelo 25 y una Beretta 84FS bicentenario me quitan el sueño.
¿Punto de comparación? El calibre es el mismo (9 short o .380). Esa no es la cuestión: la Ley es clara cuando señala que solo podemos tener acceso a ese calibre en el caso de pistolas. Ojalá hubiera en “inventarios” de la DCAM una semiautomática .38 especial, pero en ese caso si no es revolver pues ni yendo a bailar a Chalma.
Quizá la sutil pero no menos importante diferencia es que la Beretta 84 fue diseñada en 1976 precisamente para ese calibre. La Glock 25 apareció 19 años después, en 1995, como una adaptación al mencionado cartucho, a fin de cubrir el mercado latinoamericano primordialmente.
Ambas de origen europeo, tiene la italiana Beretta tras de si una historia que data del siglo XVI, mientras que la creación de Gaston Glock es de apenas un cuarto de siglo, si nos atenemos a su popularización como arma preferida por numerosos ejércitos y departamentos de policía. En gustos se rompen géneros, pero si uno busca las cientos de fotografías que se han subido a la página de México Armado, siempre pasa de querer una Glock a querer una Beretta, en una suerte de espiral sinfín en la que a veces se amanece habiendo soñado la una, y luego la otra.
Pocos afortunados poseen ambas. La pulsión de vida, si se cree que servirán para la defensa personal o de la familia puede quedar satisfecha (o la pulsión de muerte, si en los recónditos de la psique del poseedor se ocultan aviesas intenciones, puede ser también compensada). Tener la una y la otra sin embargo no habría solo de satisfacer el deseo de tomarlas con una mano y jalar su corredera con la otra: lo aniquilaría, en cuyo caso habría acabado la ilusión, y habría que pensar en otras armas como escopetas calibre 12, o rifles de gran calibre, como el CZ M1 S1 sport, en calibre 308, que según me he enterado, es el equivalente al 7.64 que disparan los Kalashnikov 47. Curiosamente me he preguntado si en lo que a tamaños de proyectiles o armas de fuego se refiere (y aspira a poseer), uno oculta una aspiración fálica, que no sería extraña en un medio sociocultural donde las armas han estado ligadas a cierto modo de ser del macho mexicano.
Vuelvo al principio. ¿Aluminio y acero? o ¿Polímero y acero? ¿Cuál de las dos opciones será mejor elegir? Leo y re leo todos los comentarios en pro y en contra de la italiana y de la austriaca. Sin duda las dos son armas formidables, ambas tienen defensores y detractores a ultranza, y eso también me gusta, pues genera debates de los que uno que es novel en la materia, termina aprendiendo. No tomaré partido por lo tanto, pues considero que sea cual sea mi elección, este humilde forista brincará de gusto al tener la oportunidad de escuchar el clac clac de la corredera, y el estruendo del cañón al descargar ya sea 13 o 15 proyectiles 380, según el caso, sobre un blanco con el que pueda medir su puntería, y sobre el cual pueda opinar a cerca de las agrupaciones logradas, la calidad de los cartuchos, las distancias, el clima, los amigos, las aventuras, los trámites para su PETA, los exabruptos de Bautista (toco madera, que no me toque, que no me toque) y un largo etcétera.
Y así, meditando sobre la decisión final, imaginando si pensarán los lectores ¿de cual fumó ese cuate? al escribir estas líneas, recuerdo ¡carajo! ¿y la Trejo? ¡También quiero probar una GT .22 L.R. recién salida de Zacatlán de las Manzanas! Entonces ¡Las pesadillas vuelven a empezar!... ¿Cuál elegir, osito bimbo, dime cual de las tres! ¡Ni con las mujeres he tenido tantos líos para optar por melón o por sandía!