"La Bailarina de Agua Caliente"
"La Bailarina de Agua Caliente"
Leyenda popular de Tijuana.
El Casino de Agua Caliente se construyo en 1927 al sureste de la ciudad de Tijuana, Baja California. Recibía gente de diversos países, tales como Francia, España y del centro de la República, en esos tiempos los casinos estaban prohibidos al igual que en la actualidad, así que los dueños del Casino construyeron túneles subterráneos para escapar a la frontera. Se cuenta que esos túneles también los usaba un traficante de licores (que en esos tiempos estaba prohibido en Estados Unidos), así que compraba licores en el Casino y usaba los túneles para cruzar la frontera y venderlos al mejor postor. Después, durante la presidencia de Lázaro Cárdenas se mando que el terreno donde estaba el casino se usara para hacer escuelas y así favorecer la educación de la zona, se construyeron en esa zona 3 escuelas: La Secundaria Politécnica No.1 PTE. Lázaro Cárdenas "POLI" (la primera secundaria federal), La Preparatoria Lázaro Cárdenas y La Secundaria Técnica y Comercial No.24 "ETIC 24"
De este casino han salido muchas leyendas, pero la mas famosa, es la de la Bailarina del Casino de Agua Caliente, la cual también tiene una maldición hecha.
Esta Bailarina fue eso exactamente, que servía como atracción a los que iban al casino a jugar y apostar. Esa Bailarina se enamoró de un joven muchacho, con el cual salió, después, éste la mató para robarse las joyas que los jugadores del casino le obsequiaban por su función. Éste salió con otra muchacha, a la cual le regaló las joyas. Se dice que desde la muerte la bailarina maldijo a su novio y a las joyas por su traición. Las joyas hicieron que la nueva novia del chico padeciera de una enfermedad, en cierto modo la lepra. El novio huyó y no se supo nada más de él. Se dice que hace unos años en la Preparatoria Lázaro Cárdenas una joven del turno vespertino encontró un hermoso collar, el cual se puso, y al poco tiempo murió por lepra. No se a sabido más de estas joyas, pero se dice que quien se las ponga sufrirá de esta enfermedad.
En los mas de 70 años desde su muerte son cientos los avistamientos que se han hecho de La Bailarina, como muestra incluyo la narración que hace el periodista Rogelio Amaral de la experiencia que el vivio:
“Ciertamente que este no es uno de los temas habituales de mis columnas periodísticas, sin embargo, recién pasado el llamado "Día de Muertos" e inspirado en lo que pude apreciar del trabajo hecho por mis alumnos de la Escuela Normal Fronteriza de Tijuana en días recientes, he creído prudente sacar a la luz este episodio que había quedado sepultado en la trastienda de mi subconciente.”
Pocas personas saben de la experiencia vivida por mí esa noche saturada de neblina del invierno de 1968 en la Escuela Preparatoria Federal "Lázaro Cárdenas" en el Centro Escolar Agua Caliente de Tijuana, Baja California, México, precisamente en el lugar que ocupara en los años 20's el célebre Casino del mismo nombre.
Ese día invernal me había quedado hasta bastante tarde trabajando en el Taller del Profesor Jesús Ruiz Ojeda -mi maestro de Artes- entusiasmado en un proyecto escultórico que deseaba terminar para presentarlo en una
exposición que teníamos prevista. Así que me quedé hasta bastante tarde, dándole los toques finales a mi escultura, que era precisamente -o pretendía ser- el torso de Jasón, el Argonauta, héroe mitológico griego.
Siguiendo las instrucciones del maestro, que ya para entonces se había retirado a sus habitaciones (los profesores del Centro Escolar Agua Caliente vivían en un complejo de casas-habitación conocidas como "Bungalows" y que funcionaron como cabañas en las que se hospedaban los artistas de cine que frecuentaban el Casino en su época de oro) sintiendo que la fatiga me vencía, cerré el Taller y salí. Pasaba de la media noche, la temperatura era muy baja y los largos pasillos arbolados de la escuela preparatoria lucían lóbregos y amenazadores, no había luna que iluminara las veredas que se dibujaban apenas entre las profundas sombras que surgían aquí y allá gracias a la ténue luz de algunas lámparas. Mi auto se había quedado estacionado al otro extremo del Centro Escolar, donde alguna vez estuvo ubicado el famoso "Salón de Oro" del extinto Casino y esto me obligaba a cruzar lo que por entonces era una especie de rotonda o explanada que se localizaba frente a la "Fuente Castalia", precisamente a la entrada del edificio que albergaba las oficinas de la Escuela Secundaria conocida como la "Poli". Por unos instantes me detuve para admirar la escultura del dios Pan, sentado sobre una roca a manera de percha sobre la fuente, con su ocarina y su rostro de enigmática sonrisa, con una mirada pícara eternamente vigilante enmarcando lo que parecía ser un gesto o mueca de burla.
Por unos instantes imaginé lo que habría sido todo aquello en su época de esplendor, antes de que el Casino de Agua Caliente hubiera sido expropiado por el Presidente Lázaro Cárdenas para ser convertido en el Centro Escolar más importante del Noroeste de México.
Tras esa breve reflexión reemprendí la marcha hacia mi auto cuando -de improviso- escuché un ruido apenas audible sobre mi hombro izquierdo, que me pareció como de música orquestal. Volteé y vi los arcos de la Escuela ETIC 24 (una escuela secundaria técnica ubicada también en ese mismo perímetro) que quedaban como a 30 metros del sitio donde yo me encontraba en ese momento, casi en el centro de una explanada donde había una cancha de Baloncesto. Y allí estaba ella... o lo que fuese, iluminada apenas por la ténue luz de uno de los faroles del pequeño parque. Era una figura femenina, delgada, sin facciones visibles, que pasaba entre las columnas como si estuviese girando sobre la punta de los pies. Sus ropas eran de gasa, vaporosas, de un color claro difuso, casi almendrado, en tono pastel, que con el viento daba la impresión de flotar, de girar suavemente casi como en un paso de ballet. Por breves instantes quedé estupefacto, no daba crédito a mis ojos.
Vacilante, me detuve para confirmar si la visión que de soslayo había tenido de ese "algo" moviéndose entre las arcadas del frontispicio de la escuela ETIC 24 era real, pues a mí me lo pareció, aunque pensé también que quizá pudiera tratarse de una broma. A mis 22 años yo no era un joven impresionable ni nada que se le pareciera. Sin embargo, mi búsqueda resultó inútil, por más que revisé en los alrededores no descubrí a nadie y un tanto frustrado me encaminé al estacionamiento y me marché. No volví jamás a encontrarme con aquella visión fantasmagórica y, posteriormente, en la tarde de ese mismo día, al comentarlo con el Profesor Ruiz Ojeda, él se limitó a decir, sin mostrar mayor sorpresa: "¡Ah, debió ser La Bailarina!" y como si nada hubiera ocurrido continuó con el trabajo de escultura en plastilina que en esos momentos ejecutaba a manera de muestra para los alumnos: Sobre su mesa de trabajo iba tomando forma la figura de una mujer, joven y esbelta, en actitud de dar un giro como de baile.
Su indiferencia hacia mi comentario me hizo suponer que él mismo pudiera haber tenido un encuentro como el que yo acababa de tener o que, de plano, no me tomaba en serio.
¿Coincidencia? Tal vez.
En cambio, el profesor Felipe Ojeda Meza, un buen amigo mío me dijo que mis nervios me habían traicionado y que lo que pude haber visto debieron ser las cortinas de gasa que había en los ventanales de lo que alguna vez fueron los dormitorios del internado de Agua Caliente, para entonces convertidos en oficinas y laboratorios de la Escuela Secundaria Técnica ETIC 24. Según él -un agnóstico irredento- todo se debió a travesuras de mi mente, disparadas por la fatiga, la neblina, la avanzada hora y el reflejo de las luces del farol de la cancha de baloncesto que estaba en la rotonda y que, por virtud del movimiento de las cortinas con la tenue brisa, todo combinado, me hicieron ver lo que no era, propiciando un estado emocional que desembocó en mi "visión". En fin, eso es lo que para él significó esa enigmática experiencia y pudiera ser una explicación, desde luego, como pudiera haber otras.
Sea como fuere, la impresión me duró muchos años, tantos que aún puedo recordar vívidamente esa noche, en la que pude ver -o imaginar- una silueta femenina dando giros entre las columnatas del pórtico de la ETIC 24 en el Centro Escolar Agua Caliente.
Si no lo había mencionado antes era, sencillamente, por no pasar por tonto. Pero a estas alturas de mi vida poco tengo que preocuparme de la opinión que mi historia pudiera producir en las demás personas. Sólo he querido dejar un testimonio de que alguna vez pude "conocer" a La Bailarina de Agua Caliente y de lo que -a decir de mi madre- fue acaso una muestra más de algo que ella solía identificar como una característica de la familia: El don del Zohar.
Un saludo
Berettaman7