Un hombre que nace cuando los números no le son favorables, posiblemente luchará contra el destino toda su vida. La fortuna no viaja en mula, sino en el mejor de los caballos, un brioso corcél pinto con un ojo manchado por las cuentas del tonalpohualli. Así, el que nace en día uno-agua, será propenso a sufrir de sus pulmones. ¿Porqué? Pues porque se ahogara con el ímpetu de su espíritu, que será ozado y valeroso, hasta el punto de pelear contra la mente y la sangre en su loca carrera hacia la gloria. Un hombre de esta naturaleza debe tener la cara labrada, no de palo, y debe saber el color de su sangre. Yo conocí a Pancho Villa. Yo viajé con él hasta la misma capital. Yo le sostuve el sombrero cuando le pasó una bala cerca en Ciudad Juarez. Yo le dije hacia donde debía disparar la ametralladora el día que le arrancó un brazo al General Obregón. Yo viajé con él por toda la Sierra Azul, y prendí fuego a una oficina de Columbus. Yo le ví nacer y le ví morir. Y todo eso lo decía el Huehuetlahtolli. Se los juro por Diosito Santo.
El norteamericano Earl Shorris escribe esta novela, Bajo el estigma del Quinto Sol -Under the Fifth Sun, en inglés -basándose en uno de los personajes más misteriosos, populares y heroícos de la historia mexicana: Pancho Villa, el famoso general de la División del Norte. Su nombre real era Doroteo Arango, y nacido duranguense, él siempre se sintió de Chihuahua. De pequeño, tiene que luchar por sacar adelante a su familia, siendo él, el hijo mayor y habiéndose quedado huerfano de padre a los nueve años. La injusticia del cacique del rancho en el que trabaja lo llevan a convertirse en prófugo de la justicia y huir a las montañas de la Sierra Madre Occidental, lugar donde aprende de los forajidos, los bandoleros, los comerciantes y los indígenas, las técnicas de guerrilla que tan bien habría de utilizar en la Guerra de Revolución contra las tropas federales.
Su vida, un conjunto de situaciones y consecuencias que le llevan de campesino a comerciante, a bandolero, a asesino desalmado, a abijeatero y a ser buscado por por las autoridades de cinco estados en México y tres en los Estados Unidos, y que de nuevo le traen de regreso a servir a una patria que clamaba por justicia y por hombres como él: sin piedad hacia el enemigo y con amor incondicional por los mexicanos. Su vida, un desvarió entre la cordura y la locura, que lo llevan a masacrar a ejércitos enteros, que lo llevan a confiar en asesinos peores que él, y que le permiten luchar en una guerra que se dirigía hacia el fracaso a todas luces. Su vida, una mezcla de pasión por las mujeres, de amor hacia la naturaleza, de amistad hacia el pobre, de odio eterno al terrateniente, de intolerancia a la clase política, de incomprensión a los tiempos modernos, de victorias brillantes y de derrotas vergonzosas, de lucha por las clases más marginadas y de una devoción a la violencia. La Revolución de 1910, una lucha en la que, de no haber participado Pancho Villa, todo seguiría igual que hace cien años: El bandolero y asesino se ha enclavado de tal manera en las conciencias mexicanas que, aún cuando perdió la guerra, sus ideales siempre serán victoriosos, y siempre recordaremos que «Un Pancho Villa puede más que mil Carranzas».
«¡Ay México está de luto,
tiene una gran pesadilla,
pues mataron en Parral,
al valiente Pancho Villa!»
Corrido de la muerte de Pancho Villa.