Y antes hubo desarrollos de cartuchos multi proyectil (2 o 3 en un mismo casquillo) para tratar de obtener la misma cosa: mayor probabilidad de impacto con el primer tiro o salva, a costa de la poa potencia de cada proyectil individual.
Ahora con la utilización de miras ópticas (que sirven para apuntar mejor en cualquier condición, y para identificar blancos) por casi todos los soldados, y debido al peso que deben cargar los soldados, la necesidad de tener efectos terminales más contundentes, traspasar barreras intermedias y tener más alcance efectivo, y el deseo de minimizar daños colaterales, se ha volcado el péndulo hacia el otro lado: se pone más énfasis en calibres más potentes, balas mejor diseñadas, armas más precisas, miras ópticas con todo tipo de suplementos (linternas, punteros láser, visión nocturna, infrarrojos, etc.) y tiro semiautomático.
Ya no se desea cubrir el campo de batalla con una lluvia de balas, o tirar una ráfaga para tratar de al menos acertar uno o dos tiros como antes. Al menos no por parte del soldado común.
El deseo desde hace tiempo es pasar a un calibre de muy buenas prestaciones aerodinámicas y balísticas, intermedio en potencia y retroceso entre el 5.56x45 y el 7.62x51, con una bala bien diseñada, y sobre todo con algún tipo de casquillo de polímero o híbrido para bajar el peso de la munición y tratar de "comer la torta y quedarse con ella".
La adopción de una nueva familia de armas se ha postergado muchas veces y pasa por determinar si realmente se puede lograr este casquillo sintético funcional y confiable. Ya la opción del cartucho sin casquillo se ha intentado hasta el infinito sin éxito.