una reflexion ue antes que ser choro, es algo que lei, copee y guarde pues me gusto, la pregunta es:
SERA??
ojala pudieran leerlo.
LA PERSONALIDAD DEL CAZADOR
El sport de la caza es indudablemente de todos ellos el que ofrece mayor radio de acción al desarrollo de las facultades físicas, morales e intelectuales del hombre. Los pueblos formados por cazadores fueron siempre temibles adversarios en la guerra, por sus aptitudes al tiro y por sus conocimientos topográficos de la configuración de las regiones en que habitaban, circunstancias que contribuían grandemente a hacer disfrutar de paz y felicidad a aquellos pueblos con la consabida divisa:
“Si vis pacem para bellum “, esto es: “Si quieres vivir en paz, prepárate para la guerra”.
Hoy día cualquiera puede poseer una escopeta y un perro, para salir por esos mundos siempre y cuando se le antoja, con la intención, que no siempre consigue ver realizada, de matar unos cuantos inofensivos e inocentes pajaritos, regresando muy ufano con ellos colgados en las prensillas del morral ó zurrón; no todos, sin embargo, los que en tal caso se encuentran, merecen, ni por asomo, el nombre de cazadores con que pretenden figurar pomposamente en el círculo de sus relaciones y amistades. Nada de eso, y dista mucho de parecerlo siquiera.
Para ser cazador, para poder alcanzar este honroso nombre dignamente, con sobrada justicia y poder ostentarlo con orgullo, sin prejuicio alguno y desempeñándolo en la sociedad en que vive sin sufrir el desairado papel del grajo o bufón de la fábula y fantasía que las más de las veces pueda atribuirse, se requieren otras condiciones especiales, innatas unas, adquiridas las otras, que vamos a exponer a continuación, considerando, al efecto, el cazador bajo el punto de vista de sus aptitudes físicas, morales, de educación y cultura social.
Físicamente el cazador ha de ser primeramente de constitución robusta, pulmones de fuelle, pernas rígidas, ha de comer con buen apetito, beber y fumar con moderación, poco dormilón, resistente a la fatiga y a las inclemencias del tiempo, incansable en el andar y capaz de sufrir sin gran quebranto ni mortificación, el hambre, la sed, el frío, el calor, etc., si llegara a verse expuesto y sometido a éstas privaciones ó necesidades de la vida normal. Únase a todo esto un oído bueno y fino y excelente vista, pues los sordos y los cegatos, aun reuniendo otras buenísimas cualidades, son siempre hombres que dificultan las excursiones cinegéticas y nunca lograran sobresalir como cazadores, y, además, lo más indispensable, el requisito primordial de todas ellas, es una firme voluntad, una constancia tenaz y duradera y, sobre todo, y especialmente, una dosis de afición, afición y siempre afición.
Moralmente el cazador ha de estar dotado de un carácter franco, alegre y generoso; parco en palabras, enérgico y a la par prudente y correcto en las decisiones y muy sobrio en los deseos y gustos. Los apasionados de Baco, los díscolos, los charlatanes, los glotones, los pedantes, los indiferentes, los embusteros y los egoístas deben de ser eliminados de toda reunión de verdaderos aficionados al arte cinegético de San Huberto.
No es preciso tampoco que se llegue al extremo que el afán de la caza absorba por completo y arrastre a abandonar sus obligaciones o de ocasionarle gastos que no pueda satisfacer, sin verse obligado a contraer desagradables compromisos ó a reducirse y desatender sagrados deberes cuando se debe a sí mismo y a su familia, que, por regla general, todos tenemos y estamos obligados a velar por ella; ni creemos que tampoco, llevado por su ardor y apasionamiento cinegético ha de arrastrarle hasta violar y atentar las leyes que regulan la caza, ni consentir que otros lo hagan, ya por ignorancia, ya por el mero hecho de un premeditado deseo a satisfacer, que deberá a todo trance evitar, poniendo de su parte todos los medios posibles para que no sean hechos realizados y consumados.
Por su educación y cultura el cazador ha de mostrar una corrección y discreción ejemplar, ser muy moderado en todos sus actos, muy cortés y muy amable con todo el mundo y comedido en sus expresiones; abstenerse siempre que su opinión ó voluntad prevalezca sobre la de los demás, ni dar motivo a que se dude por nadie, ni por nada, de su buena fe, de su hidalguía, de sus principios y de sus sentimientos, como hombre honrado y perfecto caballero.
El cazador que reúna todas estas cualidades y aptitudes no le dude nunca que todas las puertas le serán abiertas desde la del palacio regio a la de la vivienda más humilde y modesta, y que seguramente será respetado, bien recibido y muy agasajado en todas partes en donde solicite hospitalidad o alojamiento.