ROAN
Miembro de la Vieja Guardia
LO LEÍ EN LA REVISTA CAZA MAYOR No. 20...
LA TRISTE TARDE DE UN CAZADOR.
Escrito por Guillermo Arriaga (Escritor, Guionista y Director de cine).
Soy cazador. Cazar me apasiona, le da sentido a una parte fundamental de mi existencia, me conmueve. Como toda gran pasión es imposible describir las emociones que suscita. Su fuerza, su belleza, su crueldad. El dolor, la furia, la tristeza, la frustración, la culpa, la humildad. Porque cazar me ha hecho más humilde. Siempre más humilde.
La cacería me parece uno de los últimos y más profundos ritos a los cuales puede acceder un hombre. Un rito ancestral que nos pone en contacto con la vida y la muerte, con las hondas paradojas del amor y el dolor que significa todo sacrificio.
Es difícil explicar por qué soy cazador, sobre todo en una sociedad cada vez más urbanizada; he viajado cazando por gran parte del país y nunca un campesino me ha reprochado que cace... Son quienes han perdido todo contacto con la naturaleza quienes no comprenden el sentido de la cacería.
Somos una especie sentada en un trono de sangre. Cada uno de nuestros actos destila muerte y destrucción de hábitats. Lo mismo que lavar con detergente, cultivar legumbres, volar en avión, pavimentar una calle, comer una hamburguesa. No hemos dejado de matar y de destruir. Simplemente hemos delegado estas funciones en otros: en el carnicero que sacrifica las reses, en los campesinos que queman montes para sembrar, en los ingenieros que arrasan con bosques para construir conjuntos habitacionales.
2ª parte de artículo mañana...
LA TRISTE TARDE DE UN CAZADOR.
Escrito por Guillermo Arriaga (Escritor, Guionista y Director de cine).
Soy cazador. Cazar me apasiona, le da sentido a una parte fundamental de mi existencia, me conmueve. Como toda gran pasión es imposible describir las emociones que suscita. Su fuerza, su belleza, su crueldad. El dolor, la furia, la tristeza, la frustración, la culpa, la humildad. Porque cazar me ha hecho más humilde. Siempre más humilde.
La cacería me parece uno de los últimos y más profundos ritos a los cuales puede acceder un hombre. Un rito ancestral que nos pone en contacto con la vida y la muerte, con las hondas paradojas del amor y el dolor que significa todo sacrificio.
Es difícil explicar por qué soy cazador, sobre todo en una sociedad cada vez más urbanizada; he viajado cazando por gran parte del país y nunca un campesino me ha reprochado que cace... Son quienes han perdido todo contacto con la naturaleza quienes no comprenden el sentido de la cacería.
Somos una especie sentada en un trono de sangre. Cada uno de nuestros actos destila muerte y destrucción de hábitats. Lo mismo que lavar con detergente, cultivar legumbres, volar en avión, pavimentar una calle, comer una hamburguesa. No hemos dejado de matar y de destruir. Simplemente hemos delegado estas funciones en otros: en el carnicero que sacrifica las reses, en los campesinos que queman montes para sembrar, en los ingenieros que arrasan con bosques para construir conjuntos habitacionales.
2ª parte de artículo mañana...