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Los pintores y las pistolas

teleprof

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Aqui me encontre un tema sobre las armas que usaban afamados pintores mexicanos que no se distinguian precisamente por su tranquilidad, aunque no menciona marcas ni modelos, quizas alguno de nuestros foristas (RiffRaff?) podria saberlo. Aqui esta la liga:
http://ciudadanosenred.com.mx/?cve=1480
Saludos y Salud! :cheers::patriota:
 
pos si que eran temperamentales don David y don Diego mira que balacear unos angeles y que la gente salga huyendo del teatro, si que se cargaban su caracter.....
 
Alguna vez se le cuestionó al "Coronelazo" (David Alfaro Siqueiros, sirvió en la brigada internacional en España) porqué traía la pistola al cinto cuando pintaba murales en lugares públicos, y respondió "nomás pa' unificar criterios".:cheers:
 
Esta tomado del libro "confieso que he vivido" de pablo neruda, no recuerdo que mencionen la marca de las pistolas de diego rivera, el cual muchas veces portaba alguna y quien derrepente la usaba para espantar a la gente hechando tiros al aire, en ese libro se menciona que no hay mexicano que no quiera tener una pistola.
Pero no es dificil saberlo, quizas en la red lo encuentres rapido.
 
Siempre que hay algun link, trato de copiar y pegar el texto por que al paso del tiempo muchas veces el articulo original del link es borrado.

Los pintores y las pistolas*
Por Pablo Neruda


La vida intelectual de México estaba dominada por la pintura.

Estos pintores de México cubrían la ciudad con historia y geografía, con incursiones civiles, con polémicas ferruginosas. En cierta cima excelsa estaba situado José Clemente Orozco, titán manco y esmirriado, especie de Goya de su fantasmagórica patria. Muchas veces conversé con él. Su persona parece carecer de la violencia que tuvo su obra. Tenía una suavidad de alfarero que ha perdido la mano en el torno y que con la mano restante se siente obligado a continuar creando universos. Sus soldados y soldaderas, sus campesinos fusilados por mayorales, sus sarcófagos con terribles crucificados, son lo más inmortal de nuestra pintura americana y quedaran como la rebelión de nuestra crueldad.

Diego Rivera había ya trabajado tanto por esos años y se había peleado tanto con todos, que ya el pintor gigantón pertenecía a la fábula. Al mirarlo, me parecía extraño no descubrirle colas con escamas, o patas con pezuñas.

Siempre fue invencionero Diego Rivera. Antes de la Primera Guerra Mundial había publicado Ilya Ehremburg en París, un libro sobre sus hazañas y mixtificaciones: Vida y amenazas de Julio Jurenito.

Treinta años después, Diego Rivera seguía siendo gran maestro de la pintura y de la fabulación. Aconsejaba comer carne humana como dieta higiénica y de grandes gourmets. Daba recetas para cocinar gente de todas las edades. Otras veces se empeñaba en teorizar sobre el amor lesbiano sosteniendo que esta relación era la única normal, según lo probaban los vestigios históricos más remotos encontrados en excavaciones que él mismo había dirigido.

A veces me conversaba por horas moviendo sus vapotudos ojos indios y me daba a conocer su origen judío. Otras veces, olvidando la conversación anterior, me juraba que el era el padre del general Rommel, pero que esta confidencia debía quedar muy en secreto porque su revelación podría tener serias consecuencias internacionales.



Su tono de persuasión extraordinario y su calmosa manera de dar los detalles más ínfimos e inesperados de sus mentiras, hacían de él un charlatán maravilloso, cuyo encanto nadie que lo conoció puede olvidar jamás.

David Alfaro Sequeiros estaba entonces en la cárcel. Alguien lo había embarcado en una incursión armada a la casa de Trotski. Lo conocí en la prisión, pero, en verdad, también fuera de ella, porque salíamos con el comandante Pérez Rulfo, jefe de la cárcel, y nos íbamos a tomar unas copas por allí, en donde no se nos viera demasiado. Ya tarde, en la noche, volvíamos y yo despedía con un abrazo a David que quedaba detrás de sus rejas.

En uno de esos regresos de Siqueiros de la calle a la cárcel, conocí a su hermano, una extrañísima persona llamada Jesús Siqueiros. La palabra solapado, pero en el buen sentido, es la que se aproxima a describirlo. Se deslizaba por las paredes sin hacer ruido ni movimiento alguno. De repente lo advertías detrás de ti o a tu lado. Hablaba muy pocas veces y, cuando lo hacía, era apenas un murmullo. Lo que no era obstáculo para que en un pequeño maletín que llevaba consigo, también silenciosamente, transportara cuarenta o cincuenta pistolas. Una vez me tocó abrir; distraídamente, el maletín, y descubrí con estupor aquel arsenal de cachas negras, nacaradas y plateadas.

Todo para nada, porque Jesús Siqueiros era tan pacífico como lo era turbulento su hermano David. Tenia también Jesús dotes de gran artista o actor; una especie de mimo. Sin mover el cuerpo ni las manos, sin emitir un solo sonido, dejando actuar solo su rostro que cambiaba de líneas a voluntad, expresaba a lo vivo, como máscaras sucesivas, el terror; la angustia, la alegría, la ternura. Aquel pálido rostro de fantasma lo acompañaba por entre su laberinto vital de donde emergía, de cuando en cuando, cargado de pistolas que nunca utilizó.

Estos volcánicos pintores mantenían a raya la atención pública. A veces sostenían tremendas polémicas. En una de ellas, agotados los argumentos, Diego Rivera y Siqueiros sacaron grandes pistolas y dispararon casi al mismo tiempo, pero contra las alas de los ángeles de yeso del techo del teatro. Cuando las pesadas plumas de yeso comenzaron a caer sobre las cabezas de los espectadores, estos fueron abandonando el teatro y aquella discusión terminó con un fuerte olor a pólvora y una sala vacía.
 
Teleprof interesante tema que abrio.
Saludos desde Puebla.
 
Gracias Roan! Y sobre todo, lo que lo han enriquecido los compañeros con sus aportaciones! Sigan asi! Saludos desde la tierra del cabrito!
 
Última edición:
Siempre que hay algun link, trato de copiar y pegar el texto por que al paso del tiempo muchas veces el articulo original del link es borrado.

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eso es ser atento, ,,ctingao :cheers:,,,,,ademas con las traducciones que se ha aventado nos ha hecho un parisimo a los que tamos medio weyes y no parlamos inglysh
:cheers:
 
Teleprof y Vhector: les pido una disculpa por no contestar este post, lo que pasa es que me cambie de casa y mis libros los tenia en cajas, pero cuando Vhector menciono el libro "CONFIESO QUE HE VIVIDO" de Pablo Neruda, dije: -el sabado tengo que desempacar mis libros-. Y que abro el libro y efectivamente, Vhector tenia razón; y hay un capitulo que se llama "Antologia de Pistolas" que voy a postear de nuevo.
Teleprof: le pido una disculpa por no postearlo a tiempo y a ti Vhector te agradezco que me hayas recordado un libro y unas palabras.

"Estas memorias o recuerdos son intermitentes y a ratos olvidadisos por que asi precisamente es la vida"
Pablo Neruda.
 
Nunca es tarde cuando se trata de material interesante y que amplia la cultura de quienes lo leemos. Estaremos atentos para cuando lo pueda postear y felicidades por su nuevo hogar que espero tambien sea en Puebla de los Angeles!
 
Asi es sigo en Puebla y estoy siempre a sus ordenes,recuerden mi casa es su casa.
Saludos.
 
Del libro que mencionaba Vhector...

ANTOLOGIA DE PISTOLAS​

EL MÉXICO DE AQUEL TIEMPO era más pistolista que pistolero. Habia un culto al revólver, un fetichismo de la "cuarenta y cinco". Los pistolones salían a relucir constantemente. Los candidatos a parlamentarios y los periódicos iniciaban campañas de "despistolización", pero luego comprendían que era más fácil extraerle un diente a un mexicano que su queridísima arma de fuego.

Una vez me festejaron los poetas con un paseo en una barca florida. En el lago de Xochimilco se juntaron quince o veinte bardos que me hicieron navegar entre las aguas y las flores, por los canales y vericuetos de aquel estero destinado a paseos florales desde el tiempo de los aztecas. La embarcación va decorada con flores por todos lados, rebosante de figuras y colores espléndidos. Las manos de los mexicanos, como las de los chinos, son incapaces de crear nada feo, ya en piedra, en plata, en barro o en claveles.

Lo cierto es que uno de aquellos poetas se empeñó durante la travesía, después de numerosos tequilas y para rendirme deferente homenaje, en que yo disparara al cielo con su bella pistola que en la empeñadura ostentaba signos de plata y oro. En seguida el colega más cercano extrajo rápidamente la suya de una cartuchera y, llevado por el entusiasmo, dio un manotazo a la del primer oferente y me invitó a que yo hiciera los disparos con el arma de su propiedad. Al alboroto acudieron los demás rapsodas, cada uno desenfundó con decisión su pistola, y todos las enarbolaron alrededor de mi cabeza para que yo eligiera la suya y no la de los otros. Aquel palio movedizo de pistolas que se me cruzaban frente a la nariz o me pasaban bajo los sobacos, se tornaba cada vez más amenazante, hasta que se me ocurrió tomar un gran sombrero típico y recogerlas todas en su seno, tras pedírselas al batallón de poetas en nombre de la poesía y de la paz. Todos obedecieron y de ese modo logré confiscarles las armas por varios días, guardándoselas en mi casa. Pienso que he sido el único poeta en cuyo honor se ha compuesto una antología de pistolas.

PABLO NERUDA. "CONFIESO QUE HE VIVIDO"​
 
ANTOLOGIA DE PISTOLAS​

EL MÉXICO DE AQUEL TIEMPO era más pistolista que pistolero. Habia un culto al revólver, un fetichismo de la "cuarenta y cinco". Los pistolones salían a relucir constantemente. Los candidatos a parlamentarios y los periódicos iniciaban campañas de "despistolización", pero luego comprendían que era más fácil extraerle un diente a un mexicano que su queridísima arma de fuego.

Una vez me festejaron los poetas con un paseo en una barca florida. En el lago de Xochimilco se juntaron quince o veinte bardos que me hicieron navegar entre las aguas y las flores, por los canales y vericuetos de aquel estero destinado a paseos florales desde el tiempo de los aztecas. La embarcación va decorada con flores por todos lados, rebosante de figuras y colores espléndidos. Las manos de los mexicanos, como las de los chinos, son incapaces de crear nada feo, ya en piedra, en plata, en barro o en claveles.

Lo cierto es que uno de aquellos poetas se empeñó durante la travesía, después de numerosos tequilas y para rendirme deferente homenaje, en que yo disparara al cielo con su bella pistola que en la empeñadura ostentaba signos de plata y oro. En seguida el colega más cercano extrajo rápidamente la suya de una cartuchera y, llevado por el entusiasmo, dio un manotazo a la del primer oferente y me invitó a que yo hiciera los disparos con el arma de su propiedad. Al alboroto acudieron los demás rapsodas, cada uno desenfundó con decisión su pistola, y todos las enarbolaron alrededor de mi cabeza para que yo eligiera la suya y no la de los otros. Aquel palio movedizo de pistolas que se me cruzaban frente a la nariz o me pasaban bajo los sobacos, se tornaba cada vez más amenazante, hasta que se me ocurrió tomar un gran sombrero típico y recogerlas todas en su seno, tras pedírselas al batallón de poetas en nombre de la poesía y de la paz. Todos obedecieron y de ese modo logré confiscarles las armas por varios días, guardándoselas en mi casa. Pienso que he sido el único poeta en cuyo honor se ha compuesto una antología de pistolas.

PABLO NERUDA. "CONFIESO QUE HE VIVIDO"​



EXTRAORDINARIO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


A que tiempos señor Dn. Simón!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
 
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