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(Relato) Caza de venado en tierras mayas

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OJO DE HALCON

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El pcp, la 16 o la 12,,,???

Se cruzaron llamadas, se establecieron retos, se trabaron apuestas, y se hizo una cita para salir a una aventura de caza recargada, de las que se piensan y no se hacen, por lo difícil de armar, lo comprometido de la hora, por lo duro del trayecto y lo agreste del terreno.
Además, en estas épocas de lluvias, abundan los moscos, los tábanos , las molestas garrapatas que se te cuelgan a montones con solo rozar sus nidos, el riesgo de las "hoolpochs", que andan agresivas, por las lluvias que han sido intensas, y dejan un fango rojo chicloso e impenetrable, y que mantienen el monte tan recargado de obstáculos, que dificulta sobre manera el andar a pie, y más aún en camioneta, pues las veredas antiguas de los montes abandonados por los antiguos Mayas, ahora están inundados de maleza.
El "plan de vuelo"iniciaba a las 4 am. la idea era ir a lo profundo de la sabana, entre la costa norte de la península, y la bella ciudad blanca de Mérida.
Recorrer los montes por las antiguas veredas en busca de 2 de las especies más simbólicas y emblemáticas de las tierras que en otra época fueron dominadas por Kukulcan.
El venado cola blanca, y el pavo ocelado, dos de las especies más escurridizas de estos montes bendecidos por Dios.
La mañana de febrero era atípica, había un frente frío azotando las costas de Yucatán, llovía por ratos, y soplaba un aire gélido, proveniente del mar por el norte, que aunado a la humedad reinante, calaba los huesos hasta lo más profundo, por lo que estar mojado y al descubierto , era simplemente temerario, y también era una invitación directa a sufrir de todo en la caminata que emprenderíamos en busca de las más codiciadas presas míticas del monte Maya.
A las 5 am. ya habíamos dejado la motorizada, y caminábamos entre antiguas veredas, que en otros tiempos fueron los caminos por donde nuestros antepasados transitaban de una hacienda a otra, llevando víveres, henequén, noticias, animales de corral, entre armas y otras cosas que comerciaban los hacendados, pero hoy, son la sombra del pasado glorioso de la "casta divina" que dominaron estos caminos.
El monte casi cerrado hacía cada paso un gran logro, se avanzaba a duras penas, pero siempre alertas pues andábamos desde el momento de poner pie en tierra con la atención fija en cualquier ruido o movimiento del monte, pues esta era zona de venado y de pavo, y en cualquier momento nos podríamos encontrar de frente con una de estas presas, y sería una oportunidad única, pues no esperábamos mucha acción, ni muchos encuentros de estos.
Sabiendo lo escurridiza de estas especies, los sentidos estaban alertas más del máximo, siempre mirando agudamente para todos lados, la experiencia nos dicta que el pavo te sale en cualquier momento, en cualquier cruce, y no daría mucho tiempo para encarar y tirar, lo mismo el venado.
Caminamos un largo rato, sin emitir una sola palabra o quejido, ya teníamos lodo por todas partes, incluso en las armas.
Buscabamos un punto óptimo en el monte, donde pudiéramos espiar, y esperar con posibilidades, y según nuestro entender debería ser un llano amplio, de hierba tierna, donde al venado le gusta zacatear, y al pavo picotear semillas.
Encontramos una gran fosa, una hondonada enorme, que en parte tenía agua estancada.
Notamos que habían muchas huellas, de todo tipo de bestias y aves, desde el buscado venado, cochino de monte, pavo, mapache, etc.
Ahí decidimos esperar, llevamos 2 escopetas calibre 12, y una en 16, todas de un tiro y cargadas con cartuchos de los llamados 3 en fondo.
Éramos 4 camaradas, todos con experiencia y muchos deseos de lograr una presa importante.
Decidimos unánimes quedarnos ahí, por lo ideal del terreno, y por lo cansados que estábamos por el caminar en el lodo rojo de mi tierra Maya.
En lo personal llevaba mi fiel coreano, rifle de aire pcp, de altas prestaciones para la caza, con plomos coreanos obesos, la combinación perfecta para un pavo o un cochino, un agutí, un mapache, más no para un venado, para eso se tenían las escopetas.
El amanecer nos tomó por sorpresa, no habíamos terminado de acomodarnos y ya los primeros rayos de luz nos hicieron ver que escogimos un lugar ideal, pues habían también huesos de todos tipo de animales alrededor de la hondonada, cráneos y otro tipo de vértebras de animales cazados ahí por algún depredador de buen tamaño, al cual le habíamos invadido su coto de caza.
No se hicieron esperar las presas, un pizote se dejó llegar con sus compañeros, buscando con la cola arriba algo para comer, o agua para beber.
El coreano atento, y con su aditamento silenciador, hizo honor a su origen cazador, y de un tiro certero a la cabeza, dejó sobre sus huellas al macho alfa de la manada. Los demás salieron en desbandada.
Sin inmutarse, ninguno de mis compas hizo algún gesto, solo un señalamiento con el pulgar hacia arriba.
Estábamos escondidos cargados todos hacia el sur del llano, la parte más baja sin lugar a dudas.
Minutos más tarde, en la parte norte, sin hacer el menor ruido, se apareció un venado macho grande de 4 puntas, impresionante ejemplar solitario.
Caminaba nervioso, revoloteaba con las orejas, como espantando los insectos que le molestaban, recuerdo que hacia un ruido característico, como de castañuelas, lo miraba claramente por el ocular de mi lente francés konus, en 12 poderes y a 30 mts. lo tenía a tiro, aunque sabía que era una presa para la escopeta 12 de mi camarada, o de la 16 del otro compañero.
El cornudo estaba cargado hacia el compañero que portaba la 12, aunque mirando por mi lente al animal, este le daba la espalda a la 12, y tenía mejor ángulo el que portaba una 16.
Miraba las reacciones del cornudo, si moverme y sin respirar, veía claramente como la presa se movía nerviosamente, entre que hacía por comer hierbas y olfateaba nervioso, como presagiando un desenlace fatal, - pensaba, "tiren cabrones, o yo le suelto un plomazo en la cabeza con 33 graneas y 1,000 fts/seg." - en eso estaba cavilando, cuando se escucha un disparo sonoro, que retumbó por todo el llano. El venado, pegó un salto descompuesto, y al caer al piso, intentó correr, dando escasos pasos, para caer de frente sobre el pasto, emitiendo un lastimero quejido que se ahogó lentamente mientras era rematado con otro tiro a quemarropa, pero esta vez de la 12.
Salí de mi escondite, camine lentamente con el cuerpo adolorido por el esfuerzo de la excursión a la sabana Maya, agradecido con Dios, y muy emocionado por haber vivido en primera fila y desde muy cerca, un lance tan emotivo, y cargado de adrenalina, como si yo mismo lo hubiera ejecutado.
Cargar y sacar las presas hasta la motorizada, con estas condiciones del clima, lo crecido de la hierva, y lo fangoso del terreno.
Esa es otra historia digna de contar, una verdadera hazaña. Jajajajajajaja,,,
Salud para todos, y buena caza,,,
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Chulada de relato compañero y ni que decir de la odisea, digna de aplauso! muchas felicidades por esa aventura y gracias totales por compartirla de tal modo que hasta me hizo sudar como si fuera yo uno de sus acompañantes.
 
Chulada de relato compañero y ni que decir de la odisea, digna de aplauso! muchas felicidades por esa aventura y gracias totales por compartirla de tal modo que hasta me hizo sudar como si fuera yo uno de sus acompañantes.

Qué bueno que le gusto Sr. así son las salidas aquí, muy recargadas,,, saludos


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Hola saludos y felicitaciones x la aventura y la anécdota. Yo solía cazar atrás de los montes de la hacienda de Chichi Suarez cerca de Mérida bueno ahora ya es parte de Mérida pero son bellos y hermosos lugares para tener aventuras y practicar el deporte favorito tiraba con una 22 y una de aire llama 20 ya difunto felicidades nuevamente y no perder el espíritu aventurero y cazador

buena suerte y buenos tiros
 
muy bonito relato compañero, gracias por compartir con nosotros esa anecdota de su vida, reciba un cordial saludo desde la sierra de durango
 
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