“LA HIPOCRESÍA Y EL ODIO, REFUGIO DE LA IGNORANCIA, DE UN GRAN PUEBLO QUE EN OCASIONES COMO ESTA OLVIDA SU ESENCIA HUMANA Y SOLIDARIA”
Argentina es un país reconocido por su cultura, por sus valores, por su constante lucha de superación y amor al prójimo, es el país latinoamericano que más premios Nobel ha ganado y es muy reconocido también por sus famosos cortes de carne y su exquisita cocina. Ya sean asados, empanadas, locros, choripanes o milanesas, la mayoría de los platillos más representativos de la gastronomía argentina incluyen carne de alguna forma. La afición a este alimento llega a tal punto que el país se posicionó, con diferencia, como el líder del ranking de consumo per cápita de res en América Latina.
¿Pero cómo un pueblo puede olvidar lo que es y volcarse en odio hacia una buena persona, y su familia que vive una gran tragedia por su muerte?

PROBABLEMENTE LA ENFERMEDAD MÁS GRAVE QUE AQUEJA AL SER HUMANO ES EL ODIO.
La mayoría de nosotros compramos la carne, el huevo, el pescado, el pollo en tiendas de autoservicio, los tratamos como si fueran cosas, se nos olvida que todos esos productos eran animales que vivían y murieron para darnos vida y salud a nosotros y nuestras familias, delegamos en alguien más el trabajo de pescarlos, cazarlos, criarlos, alimentarlos y finalmente sacrificarlos para que lleguen a nuestras mesas, y con esto olvidamos lo que somos.
Hemos deshumanizado a tal grado la vida animal, que olvidamos que todos somos consumidores, viviendo en las ciudades dejamos de visitar el campo, somos ajenos a él, tan ájenos que no nos sentimos el eslabón más alto en la cadena alimenticia.
Nos negamos a nosotros mismos y con esto condenamos a los animales que consumimos a ser objetos, a vivir ascinados, allimentados con hormonas y químicos para acelerar su crecimiento y peso, sin libertad, su existencia condenada a vivir y morir por nosotros sin haber conocido la libertad, es triste, pero no nos importa porque los hemos dejado de ver y de sentir.
Se nos olvida de que están hechos nuestros zapatos, nuestros cintos, abrigos, nuestros bolsos y tantos otros objetos de origen animal.
En contraste cazadores como Don Mario Alberto Canales Najar, aman la naturaleza y los animales, participan en programas de conservación, aman la naturaleza y no hay fin de semana en que no estén o suelan estar en el campo. Con sus esfuerzos se ha logrado salvar terrenos, campos, ranchos, que gracias a los recursos de la actividad cinegética no son arrasados para poner granjas o sembrar para los supermercados, para que tengan carne fresca, para satisfacer a todos los que ven en los animales un objeto que se compra en un anaquel.
¿Acaso una leona que alimenta a sus cachorros en el Serengueti, Africano en un ser malvado? ¿O quizás no es mala ni buena, es leona y su naturaleza es alimentarse de Carne? Igual que el ser humano, es cazador, pescador, recolector y esa es nuestra naturaleza humana.
Créanme hermanos que no es natural olvidarnos del rol que jugamos en la naturaleza. Negar lo que somos no nos convierte en un ser diferente. Sin embargo odiar al prójimo, desearle el mal, dejar la empatía por una familia que pierde a su padre, esposo, hermano, amigo, eso sí es antinatural, es inhumana la actitud de todos estos hermanos Argentinos, que se olvidan cuál es su país, cuáles son sus valores, que es lo que los distingue como ciudadanos Argentinos. ¿En que momento nos convertimos en jueces implacables que juzgan al otro sin juzgarnos primero a nosotros mismos?
¿A caso la próxima vez que consumas un delicioso platillo Argentino con proteína animal, será producto de la magia y no de un animal que vivió y murió para que tú te alimentaras de el?
Podemos simpatizar o no con alguien que practica la cacería, pero eso no borra lo que eres y el eslabón que ocupas en la naturaleza.
¿Quien es más salvaje, el que paga porque alguien más le lleve alimento a su mesa o quien la sirve con sus propias manos?
¿Quien es el mounstro, quien odia a su prójimo al punto de alegrarse de sus desgracias o el que se solidariza con quien sufre?
Si me estás leyendo te guste o no, eres un ser humano con la educación suficiente para distinguir el bien del mal. Aunque a veces se nos olvide.
Mi más profundo respeto y aprecio por la familia de Don Mario, les pido una disculpa a nombre de la humanidad, por todos los comentarios y odio que algunas personas en el anonimato de las redes sociales, han volcado al olvidar su humanidad.
QEPD Don Mario y su familia encuentre consuelo recordando el hombre que fue y todo lo bueno que hizo en vida.
Y sobretodo no olvidemos que no somos Dios para juzgar a los demás. Y menos a alguien que ni siquiera conocías.